En 2025, la integración de la sostenibilidad en las compañías va a seguir siendo una prioridad, pero la manera de gestionarlo va a ir más allá. Capitalizando la oportunidad de adaptarse al cambio climático, apalancándose en el Talento Verde, incorporando la biodiversidad como una variable de peso, integrando la sostenibilidad en la cadena de valor, dando pasos sólidos en la valoración monetaria del impacto, con la inversión de impacto centrada en generar un cambio sistémico, y una regulación basada en la CSRD que no sólo sirva para reportar sino también para gestionar.
“La sostenibilidad empresarial está inmersa en un proceso de maduración que va a consolidarse a lo largo del año que viene. Más allá del foco en la regulación, las compañías entienden cada vez mejor el valor que pueden obtener a partir de una gestión profesional de la sostenibilidad, ya sea desde el punto de vista de procesos, de su cadena de valor, de los riesgos y oportunidades derivados de su doble materialidad o de ser conscientes del impacto neto que genera su actividad”, ha señalado Ángel Pérez Agenjo, socio director de Transcendent.
Las 7 grandes tendencias en sostenibilidad e impacto para 2025 son:
1. Capitalizar la oportunidad de la adaptación al cambio climático
El año 2024 ha sido un año marcado por eventos climáticos extremos. Tan solo en la segunda mitad del año, hemos vivido una temporada de huracanes en Norteamérica y América Central con intensidad por encima del promedio de los últimos 30 años, la segunda mayor oleada de incendios en Canadá desde que hay registro y una trágica DANA que asoló el levante español dejando más de 200 víctimas mortales a su paso. Todo ello en un año que será el más cálido jamás registrado, según datos del programa Copérnicus de la Unión Europea, superando por primera vez el 1,5ºC de referencia respecto a los niveles preindustriales.
A nivel económico, las pérdidas en España ocasionadas por eventos climáticos extremos entre 1980 y 2023 alcanzan los 95.966 millones de euros, según la Agencia Europea del Medioambiente, a lo que habría que sumar una disminución del PIB español en 2024 de entre una y dos décimas, debido a la DANA de finales de octubre.
A nivel global, el coste económico asociado a efectos climáticos se ha duplicado en los últimos 20 años, según datos del Foro Económico Mundial (WEF), y pueden poner en riesgo hasta el 25% del EBTIDA de algunas compañías en los próximos años.
Por eso, y en un contexto en el que la inversión en mitigación del cambio climático continúa en ascenso, con un destacado liderazgo del mercado europeo y, pese a las dudas existentes sobre la posibilidad de un nuevo abandono por parte de Estados Unidos del Acuerdo de París, aquellas compañías que sean capaces de capitalizar la oportunidad de la adaptación verán cómo un enfoque tradicionalmente asociado a la gestión de riesgos también puede servir de oportunidad para la mejora de la competitividad.
Teniendo en cuenta que los riesgos climáticos físicos continuarán aumentando, la inacción no parece una alternativa viable desde el punto de vista de preparar a las compañías para el futuro.
2. Duplicar el Talento Verde
En 2025 el desarrollo del talento verde en España se perfila como un factor clave para acelerar la transición hacia una economía sostenible. Esta evolución responde a la creciente demanda de profesionales especializados en áreas como la sostenibilidad, las energías renovables, la economía circular y la tecnología climática.
Los empleos vinculados a la sostenibilidad en España crecerán un 44% entre 2023 y 2026, según algunas estimaciones. Áreas como las energías renovables, la gestión de residuos y la consultoría ESG (ambiental, social y de gobernanza) lideran estas contrataciones.
Se estima que los empleos relacionados con la sostenibilidad van a representar hasta el 10% del empleo total en España para 2030, duplicando las cifras actuales.
El rápido crecimiento de la demanda de profesionales verdes plantea un desafío significativo. De acuerdo con el Global Green Skills Report 2024 de LinkedIn, la brecha entre la oferta y la demanda de talento verde alcanzará el 18,7% en 2030 y se duplicará al 101,5% en 2050. Mientras la demanda global de este tipo de profesionales crece un 11,6% anual, la oferta lo hace solo al 5,6%.
En España, esta situación se traduce en un déficit de un millón de jóvenes con habilidades sostenibles. En nuestro país la situación es aún más desafiante debido a que la demanda de talento verde crece un 50% anual, diez veces más rápido que la oferta. Esta disparidad subraya la necesidad de acelerar la formación y el desarrollo de competencias en este campo.
Pero la necesidad de incrementar el talento verde no es un fenómeno exclusivo de España. La Comisión Europea prevé la creación de 18 millones de nuevos empleos verdes a nivel mundial para 2030.
Apostar por el desarrollo de este talento va a ser fundamental para afrontar los desafíos del cambio climático y liderar la transición hacia una economía más justa y sostenible y las empresas que inviertan en la formación y retención de este talento estarán mejor posicionadas para liderar el cambio.
3. La biodiversidad se incorpora como una variable de peso en la ecuación de la sostenibilidad
Según el Foro Económico Mundial, más del 50% del PIB global depende de los servicios que ofrecen los ecosistemas naturales, como el agua potable, la polinización y la regulación climática. Por lo tanto, proteger y restaurar la biodiversidad es esencial para garantizar la sostenibilidad de las actividades económicas.
Este cambio de paradigma está impulsado por la creciente presión de los inversores, y reguladores.
Iniciativas internacionales como el Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal y la Taskforce on Nature-related Financial Disclosures (TNFD) están estableciendo nuevos estándares para que las empresas evalúen, gestionen y divulguen sus impactos y dependencias de la naturaleza.
En paralelo, las empresas están comenzando a reconocer que la degradación de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad no solo representan desafíos ambientales, sino también riesgos económicos y operativos significativos. Es el caso de las empresas agroalimentarias, de infraestructura o farmacéuticas, que están viendo cómo los riesgos asociados a la degradación de la biodiversidad y a la pérdida de hábitats afectan directamente a su propria actividad.
En 2025 las empresas van a aumentar significativamente la integración en su gestión empresarial de los impactos y dependencias relacionados con la naturaleza, evaluando los riesgos y definiendo una estrategia de acuerdo con la jerarquía de mitigación en biodiversidad (Evitar, Reducir, Restaurar, Regenerar, Transformar) para fortalecer su resiliencia y proteger sus cadenas de suministro.
Pero no sólo se están mirando a los riesgos. Las empresas están empezando a identificar oportunidades relacionadas con la naturaleza que permiten desarrollar nuevas líneas de negocio, como la agricultura regenerativa, el uso de materiales naturales, y otras soluciones basadas en la naturaleza (SbN) están creciendo rápidamente.
Se espera que el sector financiero desempeñe un papel clave en este proceso ya que la transición hacia una economía más respetuosa con la naturaleza requiere una movilización masiva de capital. Según el informe State of Finance for Nature 2023 del PNUMA, las inversiones en SbN se espera que se tripliquen para 2030 y se cuadripliquen en 2050, alcanzando un total de 700.000 millones de euros anuales.
Se estima que, teniendo en cuenta los sectores con una mayor dependencia en la naturaleza, el mercado de los créditos de naturaleza puede llegar a un total de 5.000 millones de euros en 5 años solo para las empresas cotizadas españolas.
Las empresas y entidades financieras españolas pueden jugar un rol critico en esta transformación, ya que España es el país con mayor diversidad de hábitats de Europa, tanto de especies como de ecosistemas.
4. Sostenibilidad en la cadena de valor: ¿Oportunidad o necesidad?
En 2025 se espera que la integración de la dimensión social en la gestión responsable de las cadenas de suministro, cobre mayor protagonismo.
Impulsadas por una combinación de regulaciones más estrictas y una creciente presión social, las empresas estarán llamadas a alinear sus operaciones con altos estándares sociales y ambientales, en particular en sus cadenas de valor.
Regulaciones como la Directiva sobre Diligencia Debida de las Empresas en Materia de Sostenibilidad (CSDDD, por sus siglas en inglés), adoptada en abril de 2024, establecen un marco normativo más riguroso. Esta normativa exige, a partir del 2027, a las empresas con más de 1.000 empleados y 450 millones de euros en ingresos identificar, prevenir y mitigar los impactos adversos reales y potenciales en derechos humanos y medio ambiente a lo largo de sus cadenas de valor.
La importancia de esta regulación es significativa. Más del 90% de las 2.000 empresas evaluadas por el informe "2024 Social Benchmark" de la World Benchmarking Alliance (WBA) no alcanzan ni la mitad de los estándares sociales fundamentales en sus proveedores.
Para el 2025, las empresas deberán ir más allá de las buenas intenciones e integrar esta dimensión social en sus estrategias. Las cadenas de suministro serán el foco de una transformación radical debido a que la regulación va a llevar a las empresas a reforzar los controles sobre sus proveedores. La información sobre condiciones laborales, impacto ambiental y cumplimiento ético será imprescindible, especialmente en sectores con cadenas de suministro complejas como la distribución, la alimentación y el sector financiero.
El año 2025 también será el año de la tecnología como aliada en la gestión de cadenas de suministro sostenibles. La trazabilidad será fundamental para cumplir con los estándares regulatorios, requiriendo herramientas como sensores inteligentes y plataformas digitales para recopilar, gestionar y analizar grandes volúmenes de datos. Además, la inteligencia artificial desempeñará un rol crucial al facilitar el análisis de riesgos y la toma de decisiones basada en datos, permitiendo a las empresas priorizar y mitigar los riesgos sociales y ambientales de forma más efectiva.
5. Avances sólidos en la valoración monetaria del impacto
Con el objetivo de dar respuesta a la creciente demanda por parte de inversores y clientes de tener acceso a información transparente y comparable, era necesario el desarrollo de un marco de evaluación en términos monetarios del impacto generado por las compañías que estandarizase la contabilización de impacto.
La International Foundation for Valuing Impacts (IFVI), fundada en 2022 a partir de la iniciativa Impact Weighted Accounts de la Universidad de Harvard, se ha convertido en una de las entidades más reconocidas a nivel internacional en términos de evaluación monetaria del impacto.
El año 2024 ha sido un año de claro avance a nivel global en términos de desarrollo metodológico, incluyendo la valoración en términos monetarios de las emisiones de gases de efecto invernadero, el consumo de agua, la retribución digna y la salud y seguridad laboral.
En octubre de 2024, IFVI publicó los recursos necesarios para desarrollar la contabilización de impacto medioambiental, incluyendo un marco metodológico y una base de datos con cerca de 100.000 factores de valor que permiten la evaluación monetaria de 430 impactos en 268 geografías distintas.
Este hito, accesible de manera gratuita para cualquier compañía interesada en la contabilización de su impacto medioambiental, marca un antes y un después, y demuestra que la contabilidad de impacto es posible, además de accesible a gran escala.
Mirando hacia el futuro, en 2025 se espera que la evaluación de impacto en términos monetarios comience a consolidarse en el ámbito corporativo en España, siguiendo la tendencia de grandes compañías del IBEX referentes en sostenibilidad que ya han emprendido este proceso.
6. La inversión de impacto se centrará en generar un cambio sistémico
En 2025, la inversión de impacto en España experimentará un crecimiento acelerado, consolidándose como un pilar clave para financiar proyectos que combinan rentabilidad económica con beneficios sociales y ambientales.
Este auge responde al creciente interés de inversores institucionales y particulares por alinear sus decisiones financieras con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y por el apoyo normativo y de financiación pública que impulsa esta tendencia.
En España, según SpainNAB, la inversión de impacto directa alcanzó los 1.517 millones de euros en 2023, lo que representa un crecimiento del 26% respecto al año anterior, debido fundamentalmente a los fondos de capital privado de impacto, que han duplicado sus activos gestionados. Una cifra que se espera que aumente significativamente hasta los 5.000 millones de euros en 2025, según estimaciones de la Asociación Española de Fondos de Impacto (AEFI).
En este proceso de aceleración, juega un papel fundamental el FIS de COFIDES (Fondo de Inversión Social). Dotado con 400 millones de euros, este fondo pretende financiar entidades de impacto social positivo a través de las cuáles dar respuesta a los retos sociales y medioambientales a los que nos enfrentamos. Dicho fondo busca generar adicionalidad en las entidades en las que invierte, a través de la realización de proyectos de asistencia técnica, a la vez que atraer capital catalítico.
El FIS posiciona a España como el cuarto país del mundo en iniciativas públicas y público-privadas de inversión de impacto y el segundo de la UE.
En 2025, el ecosistema de inversión de impacto en España se centrará en aspectos tan importantes como la adicionalidad y la generación de un cambio sistémico, algo fundamental para que el impacto perdure en el tiempo, consolidándose como un catalizador esencial para iniciativas que aborden desafíos sociales y medioambientales.
7. CSRD. ¿Solo para reportar o para gestionar?
La sostenibilidad empresarial ha dejado de ser una cuestión opcional o reputacional para convertirse en un pilar fundamental de la estrategia corporativa.
La Directiva de Reporte de Sostenibilidad Corporativa (CSRD) seguirá marcando gran parte de la agenda de sostenibilidad empresarial en 2025. Las pymes cotizadas y las empresas españolas con más de 250 empleados, y/o una facturación de 50 millones de euros y/o 25 millones de euros en activos totales estarán obligadas a cumplir con los requisitos de la CSRD.
El año que viene algunas grandes empresas ya publicarán los primeros informes de sostenibilidad siguiendo los requerimientos de la CSRD, mientras que el resto de las grandes empresas y pymes cotizadas se prepararán para cumplir con estas exigencias a partir de 2026.
Esa obligación tiene unas implicaciones que pueden ir más allá del reporte, enriqueciendo la toma de decisiones, comenzando por la evaluación de impactos sociales y medioambientales y las implicaciones financieras para la empresa.
Otro de los grandes desafíos será incorporar las cadenas de valor y garantizar que los proveedores de estas empresas puedan cumplir con estas exigencias.
Se estima que a nivel europeo pasará a afectar a unas 50.000 empresas, frente a las 12.000 que estaban implicadas por la antigua regulación.
España cuenta con una alta proporción de pymes y grandes empresas que deberán adaptar sus procesos internos para cumplir con los nuevos estándares de información no financiera. Según datos del Banco de España, se estima que serán unas 5.000 empresas en nuestro país las que tendrán que hacer reporte de sostenibilidad el año que viene.