LOS RATINGS ESG: QUÉ MIDEN Y EL RETO DE LA ESTANDARIZACIÓN

ESG clase explicación

La inversión ESG, que incorpora en los análisis cuantitativos criterios medioambientales, sociales y de gobernanza, es una de las tendencias con mayor recorrido a nivel internacional en los últimos años. Según un informe de la Global Sustainable Investment Alliance, a principios de 2020 un total de 35,3 billones de activos bajo gestión o, lo que es lo mismo, más de un tercio de la inversión total a nivel global, se correspondía con inversión sostenible.

Conforme crece la inversión ESG crecen también tanto los mantras acerca de su potencial transformador (que parecen no poder ser rebatidos), como el número de críticos que parecen no creerse su propósito (aparentemente cargado de buenas intenciones). Así, el sector de la inversión ESG aún cuenta con ciertas controversias a sus espaldas, y no son pocos los que se muestran escépticos respecto a su verdadera capacidad de generar impacto positivo en la sociedad en la que vivimos.

Entonces, ¿cuál es la manera correcta de integrar consideraciones respecto a la protección del medioambiente o el bienestar de los empleados en las estrategias de inversión? Y, ¿cómo es posible diferenciar a las empresas más responsables en sus operaciones de las que no lo son?

La traducción de la sostenibilidad en términos financieros

Al igual que las calificaciones de riesgo crediticio evalúan la solvencia y perspectiva a futuro de las compañías desde un punto de vista exclusivamente financiero, los ratings ESG tienen como objetivo analizar su rendimiento en base a criterios medioambientales, sociales y de gobernanza.

Sin embargo, ante las polémicas en las que se ve envuelto frecuentemente el sector, como las acusaciones de greenwashing o la falta de consideración de determinadas externalidades negativas de las empresas evaluadas, resulta necesario definir en profundidad el objetivo y alcance de estas calificaciones.

De acuerdo con la definición de MSCI, una de las agencias de calificación líder a nivel internacional, los ratings ESG miden la resiliencia de una compañía en el largo plazo frente a riesgos sectoriales en los ámbitos medioambientales, sociales y de gobernanza.

Siguiendo la metodología de Sustainalytics, otra de las agencias referentes en el sector, estas evaluaciones parten de la premisa de que el mundo se encuentra en transición hacia una economía cada vez más sostenible, y que las compañías con una gestión más efectiva de los riesgos ESG tendrán un mayor valor en el largo plazo.

Así, los principales ratings ESG no se centran en el impacto que una compañía tiene en su entorno, sino que evalúan el riesgo en términos financieros derivado de la gestión de aquellos aspectos sociales, medioambientales y de gobernanza más relevantes (o materiales) para cada compañía.

Causas y polémicas asociadas a la falta de correlación

Con la proliferación de los ratings ESG, la falta de estandarización en torno a un marco común de evaluación ha dado lugar a un creciente escepticismo respecto a la validez y la aplicación práctica de los ratings ESG. De hecho, según estudios de la prestigiosa escuela de negocios MIT Sloan, el coeficiente de correlación entre los ratings ESG de 6 de las agencias de calificación más destacadas a nivel global es de 0,61 (en una escala de -1 a 1); mientras que la correlación entre las calificaciones crediticias de agencias como Moody’s y Standard & Poor’s aumenta hasta 0,99.

Siguiendo con los resultados de MIT Sloan, esta divergencia es debida principalmente a dos cuestiones:

  • En primer lugar, el empleo de distintas métricas para evaluar un mismo aspecto medioambiental, social o de gobernanza es la principal causa de divergencia entre distintas evaluaciones. Así, un mismo atributo (como por ejemplo la diversidad de género), puede ser evaluado con métricas cuantitativas (como el porcentaje de mujeres en plantilla, en puestos de gestión o respecto al total de nuevas contrataciones), en base a métricas cualitativas (como las políticas e iniciativas en marcha en materia de igualdad) o con una combinación de ambas.
  • Por otro lado, el alcance de las evaluaciones cobra también un peso relevante para explicar la falta de correlación existente. Principalmente, esto se debe a que distintas metodologías pueden conllevar el análisis de distintos aspectos ESG, resultando en que determinados temas (por ejemplo, la participación en actividades de lobby) pueden afectar a una calificación concreta y a otras no.

En una muy menor medida, esas faltas de correlación se deben a diferencias a la hora de evaluar la materialidad de los criterios ESG en una misma compañía o sector; o, lo que es lo mismo, a que distintas agencias de calificación no sigan un mismo criterio respecto a la relevancia de un determinado aspecto ESG sobre el total de la evaluación.

Por tanto, es fundamental, tanto para los inversores como para las compañías analizadas, conocer las metodologías de los distintos proveedores de ratings e índices ESG y no tomar decisiones en base a una única fuente de información. De esta manera, la divergencia existente no supondrá una barrera para la gestión de sus inversiones y de la transparencia frente a sus grupos de interés externos.

Evaluaciones ESG internacional

¿Hay escepticismo entre los grandes gestores de activos?

El análisis de distintas agencias de calificación ESG pueda dar lugar a conclusiones muy útiles dentro de una estrategia de inversión responsable. Sin embargo, la divergencia existente entre los principales evaluadores provoca también una pérdida de credibilidad para determinados gestores de activos.

Recientemente, el responsable de monitorización de riesgos de Norges Bank, el fondo soberano más grande del mundo, afirmaba en una entrevista a Bloomberg que sus análisis incorporaban las calificaciones de los ratings ESG “en muy pocas ocasiones”, si es que lo hacían. En su lugar, el fondo noruego ha desarrollado una metodología de inversión sostenible, desagregando la información proporcionada por los ratings ESG para después tratarla en base a criterios propios.

Dicha perspectiva, cada vez más extendida entre las gestoras de activos, es seguida en España por entidades como Santander AM o BBVA AM, que cuentan con herramientas propias para evaluar la información proporcionada por proveedores externos e incorporarla en sus inversiones.

Por tanto, el potencial escepticismo existente entre los inversores aparece como una consecuencia más de las controversias derivadas de la falta de estandarización.

No es tanto que las divergencias entre la puntuación ESG otorgada por distintas agencias de calificación haga perder relevancia a sus análisis, sino que ponen encima de la mesa la necesidad de conocer el detalle de las distintas metodologías empleadas para poder sacar el máximo partido a la información analizada.

El camino hacia la estandarización y otras oportunidades a futuro

Con un panorama tan complejo como el actual, aparecen dos principales herramientas para la consolidación de los ratings ESG como fundamento de la inversión responsable: el avance de la regulación y el apoyo a las iniciativas en marcha en torno a la estandarización de las evaluaciones ESG.

En primer lugar, la regulación en cuanto a reporte de información no financiera y clasificación de productos de inversión servirá para reducir las controversias asociadas a las calificaciones ESG. En ese sentido, a nivel europeo hay muchas esperanzas puestas en la consolidación de las taxonomías medioambiental y social y el Reglamento sobre Divulgación de Finanzas Sostenibles de la Unión Europea (SFDR), como marco sobre el que evaluar el impacto no financiero de las inversiones.

Por otro lado, respecto a lo que concierne directamente a los ratings ESG, la iniciativa más relevante actualmente es la definición de estándares de reporte de sostenibilidad a nivel internacional que se está llevando a cabo por la Junta de Normas Internacionales de Sostenibilidad (International Sustainability Standards Board o ISSB, por sus siglas en inglés).

Creada en el marco de la COP 26 y liderada por el antiguo consejero delegado de Danone Emmanuel Faber, la ISSB depende directamente de la Fundación de Estándares Internacionales de Reportes Financieros (IFRS, por sus siglas en inglés).

Respondiendo a las demandas de los distintos grupos de interés del sector, se espera que la fijación de estándares de la ISSB sirva para terminar de una vez por todas con la falta de transparencia y ponga claridad a la inversión ESG.

Además, la Fundación consolida actualmente a dos de los estándares de reporte de sostenibilidad con mayor adopción a nivel internacional, la Sustainability Accounting Standards Board (SASB) y la Carbon Disclosure Standards Board (CDSB), y ha firmado un acuerdo de colaboración a mediados de marzo de 2022 con la Global Reporting Initiative (GRI). Por tanto, la ISSB aúna la perspectiva financiera de los riesgos asociados a aspectos ESG con la visión respecto al impacto que las compañías generan en el medioambiente y la sociedad.

Así, se espera que el complejo panorama actual de los ratings e índices ESG, que actualmente exige de un análisis en profundidad de metodologías y proveedores, comience a dar pasos hacia la homogeneización en el medio plazo. De esta manera, las empresas y gestores de activos podrán centrar sus esfuerzos y estrategias en lo realmente importante: la construcción de una sociedad justa y responsable para todos.

El 60% de empresas no concreta objetivos medioambientales

Objetivos medioambientales

Pese a los avances en materia de sostenibilidad y que todas las empresas ponen de manifiesto su compromiso con las personas y el planeta, sólo el 40% de las compañías analizadas comunica objetivos medioambientales concretos y medibles. Este porcentaje desciende al 13% en el caso de los objetivos sociales.

Ésta es una de las principales conclusiones del estudio “La gestión de los aspectos ESG en las empresas cotizadas”, que hemos realizado en Transcendent y que analiza una muestra de 85 empresas que cotizan en el mercado continuo, entre las que se encuentran todas las compañías del Ibex 35.

Aunque todas las empresas ponen de manifiesto sus compromisos a alto nivel, aún son pocas las que comunican sus objetivos ESG.

En el caso de las empresas que cotizan en el Ibex 35, el 60% comunican objetivos medioambientales concretos, medibles y cuantificables. Sin embargo, esta cifra disminuye hasta el 26% para el resto de empresas cotizadas.

Como explica Ana Ruiz, socia de Transcendent, en este artículo de El Economista ”estamos detectando una aceleración sin precedentes, pero la velocidad con la que están avanzando las empresas no es la misma, y la diferencia entre las compañías del Ibex 35 y el resto de cotizadas es muy palpable”.

El estudio pone de manifiesto que las empresas están poniendo mayor foco en los aspectos medioambientales comparados con los sociales. Apenas un 29% de las compañías del Ibex 35 comunican objetivos sociales concretos, medibles y cuantificables que, en la mayoría de los casos, están vinculados con el tema de diversidad e inclusión.

En el resto de empresas cotizadas este dato disminuye al 2%. “A día de hoy, el factor medioambiental está mucho más integrado en las compañías frente a los aspectos sociales”, comenta Ana Ruiz, “y pone de manifiesto la dificultad de las empresas para definir y medir la contribución social que realizan”.

Desempeño del Ibex en ESG

El informe demuestra que hay una diferencia significativa entre las empresas del Ibex y el resto de cotizadas respecto a la utilización de incentivos vinculados con el desempeño ESG, según El Economista.

Más de la mitad de las compañías del Ibex 35 (54%) cuentan con un sistema de remuneración variable vinculado al desempeño ESG. La mayor parte de las remuneraciones están vinculadas al cumplimiento de los objetivos de sostenibilidad, especialmente los medioambientales, como son la reducción de las emisiones de CO2 de alcance 1 y 2, o la reducción del consumo de agua.

El resto de empresas cotizadas muestran una incorporación aún incipiente de este tipo de incentivos, ya que apenas el 18% declara tener un bonus vinculado al desempeño ESG.

“Los paquetes retributivos de la alta dirección vinculados a los objetivos sociales y medioambientales van a acelerar su implementación como parte de la política de remuneración, tanto a corto como a largo plazo, porque hay una tendencia por parte de todos los grupos de interés (consumidores, empresas, empleados, inversores, reguladores e instituciones públicas) a medir y valorar el impacto de las compañías”, explica Ángel Pérez Agenjo, socio director de Transcendent.

Comisiones de Sostenibilidad

En apenas dos años el número de empresas que han incorporado órganos de gobierno dedicados a la gestión de la sostenibilidad ha aumentado de manera considerable, especialmente en el caso de las compañías del Ibex 35.

El gran avance registrado en las compañías del Ibex 35 en materia de gobernanza de la sostenibilidad todavía no se ha materializado en el resto de empresas que cotizan en el mercado continuo.

La media entre todas las empresas de la muestra refleja que el 53% de ellas cuenta con un órgano de gobierno responsable de tratar los asuntos de sostenibilidad en exclusiva exclusiva o junto con otros temas y que reporta al Consejo de Administración.

Según el informe, en el 14% de los casos esta función se integra en otras comisiones u órganos existentes, generalmente la de Nombramientos y Retribuciones.

El 68% de empresas del Ibex 35 cuenta con una Comisión de Sostenibilidad (bien específica o compartida con otras funciones), que reporta directamente al Consejo de Administración, mientras que en 2018 esta cifra era tres veces menor (20%).

“Esta evolución en los últimos 2 años se debe en gran medida a la creciente demanda por parte de los inversores y al incremento de la regulación en estos aspectos, entre ellos la reforma del Código de Buen Gobierno Corporativo de la CNMV”, explica Ana Ruiz.

Si quieres saber más puedes leer este post.

La fijación de objetivos sociales y medioambientales, una asignatura pendiente

Niña con hoja blanco y negro

El informe “La gestión de los aspectos ESG en las empresas cotizadas” elaborado por Transcendent, que analiza 85 empresas que cotizan en el mercado continuo entre las que se encuentran todas las compañías del IBEX35, constata que sólo el 13% tiene compromisos evaluables de tipo social.

La urgencia por incorporar los aspectos Medioambientales, Sociales y de Gober­nanza (ESG por sus siglas en inglés) está marcando la agenda de los principales órganos de gobierno de las empresas y ha pasado a formar parte de sus prio­ridades estratégicas.

La transformación empre­sarial hacia la sostenibilidad supone un cambio de mentalidad, un verdadero reto desde el punto de vista organizativo y operativo. Su transversalidad requiere alinear a todas las áreas de la compañía.

Para conocer el grado de avance de esta transformación en las compañías lí­deres españolas, hemos decidido llevar a cabo un informe, que se centra sobre todo en tres aspectos:

  • La evolución en la estructura de gobernanza de la sostenibilidad.
  • Cómo el compromiso con los temas ambientales y sociales se traduce en objetivos concretos y medi­bles.
  • La vinculación del logro de dichos objetivos de sos­tenibilidad con la remuneración de los directivos.

Tras el análisis realizado hemos constatado que la velocidad con la que están avanzando las empresas no es la misma, y la di­ferencia entre las compañías del IBEX 35 y el resto de cotizadas es muy palpable.

También hemos identificado que las empresas tienen sobre todo el foco puesto en factores medioambientales, mientras que los aspectos sociales, están mucho menos presentes y, cuando lo están, se centran sobre todo en cuestiones de género y brecha salarial.

Datos del informe «La gestión de los aspectos ESG en las empresas cotizadas», Transcendent

La materialidad como eje para marcar las prioridades

Más allá de su compromiso con el medioambiente y la sociedad en general, un elemento clave que influye en la estrategia de sostenibilidad y que debe marcar la estrategia a la hora de fijar objetivos es la materialidad. Esas prioridades en materia de sostenibilidad variarán de manera significativa en función del sec­tor, de la estrategia de la compañía y también de las ex­pectativas de sus grupos de interés.

Tanto en la definición de la estrategia como de los ob­jetivos, las empresas pueden decidir reducir su im­pacto negativo y/o generar beneficio a sus grupos de interés. Igualmente pueden planificar su contribución a solucionar problemas sociales y medioambientales existentes. Aquellos objetivos dirigidos a beneficiar a grupos de interés o contribuir a soluciones son los que supondrán mayor impacto y una ventaja compe­titiva para la empresa y, por tanto, es donde la empre­sa debería poner el foco.

Aunque actualmente debido a la regulación y a su carác­ter táctico las empresas están centrándose en la fijación de objetivos medioambientales, no deben olvidarse los aspectos sociales que sin duda supondrán el próximo gran hito en sostenibilidad llegando a convertirse, en al­gunos sectores, en un factor verdaderamente diferencial.

La gran dificultad en la fijación de objetivos sociales está en la medición de los mismos, que debe estar ba­sada en estándares internacionales, muchos de ellos aún en desarrollo como es el caso de la Taxonomía So­cial de la UE.

Cuadros de mando para una toma de decisiones acertada

Para una correcta toma de decisiones, los consejeros y directores ejecutivos deben contar con herramientas que les permitan monitorizar y “operacionalizar” la sostenibilidad dentro de la compañía aportando un equi­librio entre visión estratégica y táctica. Una herramienta clave es un cuadro de mando (dashboard) en el que es­tén definidos los objetivos que marquen la dirección de la empresa y que permita determinar el grado de conse­cución de los mismos.

Debido a su naturaleza transversal y a su marcado ca­rácter estratégico, la sostenibilidad requiere de una estructura de gobernanza que respalde la toma de decisiones y se responsabilice por su gestión. Es por ello que se hace necesaria la constitución de órganos de gobierno multidisciplinares que garanticen la inte­gración de la sostenibilidad en el negocio y favorezcan la alineación entre todas las áreas lo que implica, a ni­vel estratégico, velar por el propósito y el desempeño ESG de la compañía y, a un nivel más operativo, faci­litar la coordinación para la consecución de objetivos comunes.

No obstante, el nivel de reporte, las funciones y la dedi­cación (exclusiva o no) de dichos órganos de gobierno dependerán en gran medida del tamaño de la empresa, del sector en el que opera y de cuáles son sus asuntos relevantes en materia de sostenibilidad.

Remuneración ESG e integración de la sostenibilidad en la empresa

Asimismo, otro elemento clave es la integración de la sostenibilidad en la cultura de la empresa. Para ello, será importante dotar tanto al consejo como al resto de empleados de los conocimientos y capacidades ne­cesarias para su puesta en marcha, lo que implicará la organización de actividades de formación y comunica­ción interna.

Por último, pero no por ello menos importante está la remuneración vinculada al desempeño ESG que es una palanca estratégica que fomenta la involucración de los empleados en la toma de decisiones y su participa­ción activa en la consecución de los objetivos comunes.

Según el informe, en las empresas del IBEX, el 54% de las empresas ya tienen retribución variable vinculada a aspectos ESG. Sin embargo, de las empresas analizadas fuera del IBEX apenas el 18% ha incorporado paquetes retributivos específicos vinculados al cumplimiento del desempeño ESG.

La gestión ESG en las empresas cotizadas
Datos del informe «La gestión de los aspectos ESG en las empresas cotizadas», Transcendent

Los paquetes retributivos de la alta dirección vinculados a los objetivos sociales y medioambientales van a acelerar su implementación como parte de la política retributiva de las empresas, tanto a corto como a largo plazo porque hay una tendencia por parte de todos los grupos de interés (consumidores, empresas, empleados, inversores, reguladores e instituciones públicas) en medir y valorar el impacto de las compañías.

Principales conclusiones del informe

  • En materia de sostenibilidad, aunque todas las empresas ponen de manifiesto su compro­miso con las personas y el planeta, sólo el 40% de las compañías analizadas comunica objetivos medioam­bientales concretos y medibles. Este porcentaje des­ciende al 13% en el caso de los objetivos sociales.
  • En cuanto a la retribución vinculada al desempeño ESG el avance es notable en las empresas del IBEX y un 54% de las empresas ya tienen retribución variable vinculada a aspectos ESG.
  • El 68% de empresas del IBEX 35 cuenta con una Comisión de Sostenibilidad (bien específica o compartida con otras funciones), que reporta directamente al Consejo de Administra­ción, mientras que en 2018 esta cifra era tres veces menor (20%). Esta evolución en los últimos 2 años se debe en gran medida a la creciente demanda por parte de los inversores y al incremento de la regulación en estos aspectos, entre ellos la reforma del Código de Buen Gobierno Corporativo de la CNMV.

En definitiva, las empresas que no incorporen la sostenibilidad en el centro de su actividad van a competir en inferioridad con las que sí lo hagan. De poco sirven las declaracio­nes de intención y los compromisos si no hay planes estratégicos con objetivos claros e indicadores de se­guimiento que los respalden.

El nuevo paradigma de empresa requiere un liderazgo valiente y audaz que sepa gestionar este reto como una inmensa oportuni­dad, desafiando los modelos existentes y evolucio­nando sus empresas de la sostenibilidad hacia la ge­neración de impacto.

El propósito empresarial impulsa la generación de valor

Camino Propósito Empresarial

El propósito es una palanca estratégica de generación de valor y su rentabilidad está más que demostrada. Las empresas con un propósito definido e integrado, cuyo enfoque es centrarse en la mejora de sus resultados financieros y en el bienestar común, obtienen un mejor desempeño, una valoración de mercado más alta y crean más valor para el accionista comparadas con el resto.

Esta necesidad de incorporar los aspectos ESG (sociales, medioambientales y de gobernanza) es una tendencia que no tiene vuelta atrás y que va a obligar a las empresas a transformarse haciendo del impacto una herramienta de gestión.

«El Propósito demanda cada vez más la profesionalización de los líderes empresariales»

Un nuevo liderazgo comprometido

La activación del propósito y la gestión del impacto social, medioambiental y de gobernanza se está convirtiendo en un elemento que exige una mayor profesionalización a los líderes de las empresas.

Para abordar este tema, José Antonio Labarra, CEO de ROADIS, compañía líder en el desarrollo, operación y gestión de activos de infraestructuras de transporte, se reunía recientemente con Ángel Pérez Agenjo, socio director de Transcendent, en un encuentro organizado por APD sobre el Propósito Empresarial.

El propósito como herramienta de gestión y palanca de generación de valor

Las cinco ventajas del propósito en las empresas

Existen una serie de ventajas competitivas que diferencian a una compañía que trabaja y activa el Propósito de las demás. Entre ellas cabe destacar:

  • Incrementa la rentabilidad y el valor de mercado. Las empresas con propósito mejoran su valor de mercado más rápidamente que las demás. Sin embargo, el propósito tiene un impacto positivo que va mucho más allá de la cuenta de resultados de las compañías ya que genera también muchos otros beneficios.
  • Mejora la reputación y la legitimidad para operar: Al declarar públicamente su propósito, una empresa pone de manifiesto su compromiso y los beneficios que aporta a sus grupos de interés y a la sociedad en su conjunto y eso, claramente, mejora su reputación. Por lo tanto, aquellas empresas que definen y activan su propósito, reducen significativamente el riesgo que se produzca un escándalo corporativo que erosione su licencia para operar.
  • Permite gestionar y retener el talento: El propósito empresarial es un elemento diferenciador que puede ser beneficios para esos tres aspectos dado que, desde el punto de vista de gestión de los Recursos Humanos, constituye una verdadera estrategia de employer branding.
  • Fidelización del cliente: Enfatiza la contribución única y distintiva que la empresa aporta a los grandes problemas a los que nos enfrentamos. Por esa razón, tiene el potencial de generar relaciones más sólidas con sus clientes los cuales tienden a sentirse más atraídos por compañías que transmiten autenticidad y que ellos consideran ser dignas de su confianza.  cuando una empresa fija y activa su Propósito despierta interés y atracción por parte de sus clientes.
  • Aumenta el interés por parte de los inversores: Los inversores integran cada vez más en sus decisiones criterios ESG y se interesan por el desempeño social y ambiental de las compañías.

En el caso de ROADIS su Propósito está en la creación de valor en aquellas comunidades en las que opera a través de inversiones rentables de destacados proyectos de infraestructura. Para ello, se apoya en 4 grandes atributos: ética, prosperidad, innovación y seguridad”.

El proceso de transformación hacia la sostenibilidad

La compañía liderada por Labarra decidía en 2019 dar un paso al frente y adoptar la sostenibilidad como parte de su modelo de negocio y, sobre todo, como palanca de creación de valor con el fin de llegar a ser parte activa de la transición hacia un modelo económico más responsable y sostenible.

Según su CEO “definimos un Plan de Sostenibilidad Maestro transversal a todas las áreas de la empresa ofreciendo un marco de actuación que nos permitiese tener una posición sólida en el contexto empresarial, así como llegar a ser parte activa de la transición hacia un modelo económico más responsable y sostenible”.

Por su parte, Pérez Agenjo destaca que “el mercado premia a las empresas con propósito y castiga a las que no lo tienen. Esa es ya parte del nuevo paradigma empresarial. Y por eso, para el 43% de las empresas las políticas de sostenibilidad y la gestión de los parámetros ESG se han convertido en un tema urgente”.

Medir el impacto, herramienta clave para evitar el «Impactwashing»

Pérez Agenjo asegura que establecer un sistema de medición del impacto de la compañía, fijar unos indicadores y conseguir llevarlos al centro de la estrategia corporativa es uno de los primeros pasos para combatir el ya conocido `Impactwashing´.

Para el CEO de ROADIS cuantificar y medir los impactos es imprescindible para conocer y analizar el impacto que se genera tanto en la sociedad como en el medio ambiente. Una cuantificación que no es fácil, pero que es necesaria porque lo que no se mide no se puede mejorar.

«Cuantificar y medir los impactos es imprescindible para conocer y analizar el impacto que se genera»

Para ello, han establecido un sistema de medición del impacto de la compañía, y han fijado unos indicadores con el objetivo de llevarlos al centro de la estrategia corporativa.

“En ROADIS hemos desarrollado una metodología para medir el impacto económico, social y medioambiental de nuestros activos con el fin de identificar los efectos a medio y largo plazo que generan los activos que tenemos tanto en los usuarios, como en los empleados, las comunidades, el medio ambiente, los proveedores, las instituciones y en cualquier otro actor relevante de los entornos en los que operamos. Es una herramienta valiosa que utilizamos para identificar y cuantificar los impactos desde un punto de vista más amplio. Una metodología basada en las mejores prácticas del Impact Management Project (IMP)”, concluye Labarra.

La inversión de impacto se consolida en España con Spain NAB

Comunicado prensa Spain Lab

Tras dos años y medio de trabajo, SpainNAB, el Consejo Asesor para la Inversión de Impacto, se ha constituido en Asociación con la incorporación de 28 organizaciones e independientes, entre las que se encuentra la consultora de sostenibilidad e impacto empresarial Transcendent.

SpainNAB, el Consejo Asesor para la Inversión de Impacto en España, se ha constituido como Asociación con la incorporación de 28 organizaciones y personas independientes para seguir impulsando el mercado de la inversión de impacto en nuestro país.

Entre las organizaciones que se han incorporado se encuentra Transcendent, representado por Ana Ruiz, socia de la consultora. “Estamos muy contentos de pasar a formar parte de SpainNAB para construir un ecosistema comprometido con la inversión de Impacto en nuestro país junto a otras 28 empresas, organizaciones y líderes de la Economía de Impacto. Desde Transcendent queremos contribuir a impulsar y consolidar una economía que genere impacto social y medioambiental positivo”, asegura Ana Ruiz.

Estas incorporaciones se unen a un proyecto estratégico para el país surgido en junio de 2019 con la adhesión de España al Global Steering Group for Impact Investment (GSG). Así, en el contexto actual de recuperación y transición hacia una economía más justa, sostenible y equitativa,

SpainNAB se consolida como la organización líder en España para el fomento de la inversión de impacto, una herramienta necesaria para lograr un capitalismo en el que el impacto social y medioambiental positivo y medible esté integrado en todas las decisiones económicas y financieras.

Avances importantes desde 2019

SpainNAB nació como un consejo consultivo de 16 personas en junio de 2019 con la adhesión de España al GSG. Este consejo se constituye hoy como la Asociación SpainNAB e incorpora a 12 nuevas personas y organizaciones, hasta llegar a un total de 28.

El GSG es una iniciativa surgida en 2013 en el marco de la presidencia británica del G8.  Presidida por el considerado padre de la inversión de impacto, Sir Ronald Cohen, es la principal plataforma global para impulsar este tipo de inversión, y de la cual forman parte ya 34 países y la Unión Europea.

Los logros del trabajo de estos más de dos años pueden medirse en cifras. La adhesión de España al GSG supuso un revulsivo para hacer crecer la inversión de impacto en nuestro país, hasta llegar a una cifra de 2.378 millones de euros de capital gestionado en 2020, lo que supone un crecimiento del 26% respecto al año anterior.

El mercado no sólo ha crecido en cifras, sino también en número y naturaleza de actores. Un Plan de Acción ambicioso, el trabajo en red o la generación de conocimiento puntero han sido partes fundamentales del éxito de SpainNAB hasta la fecha.

Una nueva era para la inversión de impacto

La constitución de SpainNAB llega en un momento clave para la inversión de impacto. En medio de una crisis climática y social sin precedentes, el G7 encargó de nuevo al GSG la coordinación de un grupo de trabajo, el Impact Taskforce, para trazar una hoja de ruta que acelerar el volumen y la eficacia del capital privado que busca tener un impacto social y medioambiental positivo.

SpainNAB ha participado en los trabajos de este grupo y ha sido reconocido con la inclusión de dos casos pioneros españoles en el informe de recomendaciones del G7.

“Debemos aprovechar el momentum actual para llevar la inversión de impacto al siguiente nivel, de la mano de todo el ecosistema y con un rol claro del sector público como catalizador del mercado, tal y como ha ocurrido en países europeos como Francia, Portugal, Italia o Alemania”, explica Juan Bernal, presidente de SpainNAB.

Spain Nab Ana Ruiz

Los retos pendientes tras la Cumbre del Clima

La Cumbre del Clima

Aunque se esperaba más de esta cumbre del clima, como ha dicho Melissa Fleming, Sub-Secretaria General de Comunicación para las Naciones Unidas, “todavía hay esperanza”. 

El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) señala que, a menos que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan de manera inmediata, rápida y a gran escala, limitar el calentamiento a 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales como fijado en el Acuerdo de París hace seis años, será un objetivo inalcanzable. Eso es lo que se buscaba conseguir en esta cumbre y a pesar de la tibieza o la falta total de compromiso por parte de algunos Estados se han logrado avances. 

Acuerdos adoptados en la Cumbre del Clima

La Cumbre del Clima en Glasgow ha traído consigo algunos acuerdos que son un reflejo de la creciente toma de conciencia de la necesidad urgente de dar un paso adelante para evitar el desastre medioambiental.

Estos son algunos de los compromisos a los que se han llegado a la Cumbre del Clima:

  • Acuerdo bilateral entre Estados Unidos y China para colaborar en la reducción de emisiones de CO2 y de metano, así como en la lucha contra la desforestación ilegal.
  • Más de 100 países, incluyendo EEUU y los de la Unión Europea, pactan reducir un 30% las emisiones de metano antes de 2030. China se ha negado a secundarlo porque dice tener su propio plan.
  • Acuerdo entre más de 20 países, incluyendo Estados Unidos, Canadá, España e Italia, para acabar con la financiación pública y las subvenciones a los combustibles fósiles antes de finales de 2022. China, Japón y Corea del Sur no lo han firmado.
  • Acuerdo de 110 países para detener la desforestación en 2030.
  • Se crea la Junta de Normas Internacionales de Sostenibilidad, que permitirá a las empresas adoptar criterios armonizados y globales de información en materia medioambiental, social y de gobernanza.
  • Los países que representan el 90% del PIB mundial se han comprometido a la neutralidad de emisiones de carbono en 2050. China pospone el objetivo hasta 2060 e India hasta 2070.
  • Se crea la Alianza Más Allá del Petróleo y el Gas (BOGA, por sus siglas en inglés), que propone la eliminación progresiva de la producción de ambos combustibles, aunque de momento sólo tiene 12 miembros.

El escollo del precio de las emisiones

Sin embargo, estos avances contrastan con la falta de concreción en algunos temas clave. Es el caso, especialmente, de la llamada doble contabilidad en el mercado de carbono. 

Hoy existen en el mundo alrededor de 60 iniciativas distintas para poner precio al CO2. El problema es que sólo cubren en torno a un 20% de las emisiones totales del planeta y además su precio medio es demasiado bajo (unos 3 dólares por tonelada). 

El Fondo Monetario Internacional estimaba recientemente que el precio debería estar alrededor de los 75 dólares por tonelada, que en el mercado regulado europeo está alrededor de los 60 euros y que el gobierno norteamericano estimó el coste social del carbono en alrededor de 50 dólares por tonelada.

La fijación de un precio a las emisiones de CO2 es un eficiente camino para avanzar en la reducción de emisiones porque desincentiva las actividades intensivas en CO2 y fomenta que las empresas se muevan hacia la descarbonización.

Algunas compañías – algo más del 20% de las mayores del mundo – han fijado precios internos del carbono, lo que les permite tenerlo en cuenta para evaluar la idoneidad de sus proyectos y el impacto de las emisiones en sus cuentas. El problema es que las compañías fijan generalmente también un precio excesivamente bajo por tonelada, muy por detrás de su evolución previsible. Esto provoca que la información ofrecida por el precio interno no sea lo suficientemente clara.

Aunque en la Conferencia de las Partes 26 (COP) no se haya hablado mucho de ello, la fijación de un precio global al carbono terminará imponiéndose. Mientras lo hace, sería conveniente que las compañías españolas empezaran a preguntarse qué les pasaría a sus cuentas y a la rentabilidad de sus proyectos si tuvieran que pagar por el carbono. Porque más pronto que tarde lo terminarán haciendo.

En esta línea el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, ha anunciado que más allá de los mecanismos establecidos en el Acuerdo de París, va a crear un Grupo de Expertos para proponer estándares claros de medición y análisis de los compromisos neto cero para cualquier organización que no sea un Estado.

China da un paso adelante

Uno de los hechos más relevantes que han salido de esta cumbre del clima ha sido, sin duda, la firma de la paz climática entre China y Estados Unidos. Los jefes de las delegaciones de ambas naciones presentaron una declaración conjunta en la que se comprometen a trabajar para acelerar durante esta década la lucha contra el cambio climático

Entre los puntos más destacados del pacto al que han llegado ambas potencias está el compromiso del país asiático de presentar durante el próximo año un plan integral de reducción de sus emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero responsable de alrededor del 25% del calentamiento actual.

El acuerdo es relevante porque ambos países acumulan cerca del 40% de las emisiones mundiales: China el 27% y Estados Unidos el 11%. Y sus compromisos para esta década son muy diferentes. EEUU, con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, se ha comprometido a reducir a prácticamente la mitad sus emisiones en 2030. China, sin embargo, de momento sólo mantiene el compromiso de alcanzar su pico de emisiones antes de 2030 y a partir de ese momento reducirlas. 

Irán y Brasil miran para otro lado

En el terreno geopolítico cabe destacar el posicionamiento -o la falta de ello- de algunos países. Es el caso de Brasil, cuyo presidente ha decidido no detener la deforestación de la Amazonia y rechaza el cambio climático desde el punto de vista científico; Irán, que es el sexto emisor del mundo y ni siquiera ha ratificado todavía el Acuerdo de París. O Australia, México y Turquía están también en una zona gris que no le correspondería. 

Balance de la Cumbre del Clima 

En definitiva, la cumbre del clima Glasgow se ha quedado corta en sus ambiciones por revitalizar la lucha contra el cambio climático. En todo caso, tan importante es conseguir acelerar e intensificar las políticas medioambientales como respetar los compromisos ya contraídos por los distintos países. 

Sir David Attenborough, en su discurso ante la COP26 en Glasgow

Según las proyecciones de la organización Climate Action Tracker, si se cumplen todos y cada uno de los objetivos anunciados (los obligatorios y los voluntarios, los de largo plazo y las llamadas contribuciones determinadas a nivel nacional, o NDC en inglés) la subida de la temperatura a finales de siglo podría limitarse a 1,8º centígrados, no lejos del objetivo de 1,5º fijado en el Acuerdo de París. Pero eso es ser, seguramente, demasiado optimista. El camino que queda es largo y difícil, y está por ver que el objetivo finalmente se cumpla.

¡Te contamos más en nuestra sección Stay Curious!

La burbuja ESG

Burbuja ESG naturaleza

Sin duda la inversión sostenible es una palanca clave para impulsar el cambio de paradigma empresarial. No obstante, cada vez es más importante disponer de transparencia para que dichos flujos de inversión vayan destinados verdaderamente a activos sostenibles. En esta línea creemos que la taxonomía europea traerá claridad y permitirá a los inversores focalizar sus esfuerzos en aquellas inversiones que verdaderamente abordan problemas sociales y medioambientales. 

Compartimos con vosotros el artículo escrito por Kenneth P. Tucker donde habla de manera muy gráfica sobre esta burbuja ESG y la importancia de la alineación entre los flujos de inversión, el compromiso de las empresas, junto con la acción ciudadana y una política gubernamental más urgente y agresiva para cambiar la mentalidad y las reglas del sistema.

Artículo «Una fantasía de un trillón de dólares», por Kenneth P. Tucker

El Observatorio de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica en Mauna Loa, Hawai, informó que los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera habían alcanzado las 419 partes por millón, los niveles más altos registrados en más de 4 millones de años.

Ese mismo día, BlackRock, el administrador de activos más grande del mundo, anunció otro hito: había recaudado 1.250 millones de dólares para su fondo de inversión para la transición de carbono de Estados Unidos. El fondo negociado en Bolsa más grande de la historia. El fondo es un reflejo de lo que el CEO de BlackRock, Larry Fink, comunica a sus clientes: “no vemos a la empresa a como un observador pasivo» cuando se trata de combatir el cambio climático.

Ver al gestor de activos más grande del mundo actuar como un agente social y ambiental debería ser motivo de optimismo. En cambio, representa una especie de juego de Kabuki en cinco actos, según Kenneth P. Pucker.

Acto I: Las empresas se dan cuenta de su responsabilidad de abordar los crecientes desafíos sociales y ambientales.

Acto II: La clase académica empieza a investigar sobre el tema.

Acto III: Las agencias de calificación, los consultores y otras instituciones financieras se apresuran a crear productos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG), destacando la oportunidad que supone para que las empresas y los inversores obtengan un desempeño financiero superior y un impacto social y ambiental. Un círculo en el que todos ganan.

Acto IV: Los inversores reconocen lentamente que la inversión ESG, como se practica actualmente, probablemente no conducirá a un rendimiento financiero mayor y, en su mayoría, no se preocupa por el impacto planeta.

Acto V: Despertar a las oportunidades y los límites de la inversión para abordar los crecientes desafíos sociales y ambientales.

¿Dónde estamos ahora mismo? Nos encontramos en el intermedio después del tercer acto. A medida que la inversión ESG se ha acelerado, el planeta ha experimentado las dos décadas más cálidas registradas, la Antártida se ha derretido, la desigualdad de ingresos en Estados Unidos se ha disparado y las especies han estado desapareciendo a un ritmo nunca antes visto durante milenios. El Dow Jones Industrial está alcanzando nuevos máximos y los gestores de activos están cobrando altas comisiones para supervisar una nueva categoría de inversión cada vez más popular: la inversión ESG.

Esto es lo que está mal. Los inversores finalmente se están tomando en serio la inversión ESG. Pero, como se practica actualmente, la mayoría de las inversiones ESG tienen poco o ningún impacto social o ambiental.

Las empresas despiertan

Timberland, una empresa de calzado y ropa que por entonces valía miles de millones de dólares estaba a la vanguardia de una cohorte de empresas comprometidas con la sociedad y el medio ambiente. La compañía amplió uno de los primeros informes de responsabilidad social corporativa (RSC) en 2002, pagó a los empleados por 40 horas de servicio comunitario e instaló energía renovable en su centro de distribución y sede corporativa. Timberland creía que las empresas tenían un papel que desempeñar para abordar los crecientes desafíos sociales y ambientales.

A pesar de los esfuerzos incipientes de Timberland, en ese momento la corriente predominante en los negocios, en el mundo académico y en Wall Street era que la Responsabilidad Social Empresarial era, en el mejor de los casos, una distracción. 

Sin inmutarse, los primeros practicantes de la Sostenibilidad Empresarial recibieron el apoyo de un creciente grupo de ONG y consultores deseosos de ayudar a las empresas a definir e informar sobre su impacto social y ambiental.

En 1997, se formó la Global Reporting Initiative (GRI) con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente para crear el primer marco integral de informes de sostenibilidad. “A principios de la década de 2000, existía la creencia de que la divulgación de la sostenibilidad era el ingrediente que faltaba”, dice Ralph Thurm, ex director de operaciones de GRI. «Los datos permitirían a los consumidores e inversores presionar a las empresas para que se volvieran más sostenibles, brindando beneficios a las personas y al planeta».

Con el tiempo, la visión de Wall Street de lo social y medioambiental pasó de la enemistad a la indiferencia. 

Arrancan las investigaciones 

Un estudio de 2012 comenzó a cambiar el sentimiento de los inversores. Este estudio colaborativo entre académicos de las escuelas de negocios de Harvard y Londres examinó 90 empresas «gemelas», cada una en la misma industria (por ejemplo, Walmart y Kmart Corp.), una clasificada como «alta sostenibilidad» y la otra como «baja sostenibilidad». 

Durante los primeros seis años, los movimientos del precio de las acciones de las empresas de alta y baja sostenibilidad fueron casi idénticos. Sin embargo, cuando se comparan durante un período de 18 años, los autores descubrieron que las empresas de alta sostenibilidad superaron a las de baja sostenibilidad en un promedio de 480 puntos básicos.

Cómo la investigación fomentó un bombardeo de marketing

Armado con estos estudios, el motor de ventas de Wall Street se puso en marcha. Goldman Sachs y BlackRock realizaron adquisiciones y nuevas contrataciones para respaldar el lanzamiento de nuevos productos de inversión ESG, y la investigación de Morgan Stanley y otras empresas «ayudó a disipar las preocupaciones de que los inversores tienen que sacrificar los rendimientos para hacer el bien», como escribió The Wall Street Journal en 2016. Las empresas de inversión pasaron colectivamente de negar la sostenibilidad a convertirse en feroces defensores de ella.

Es difícil exagerar el cambio en los flujos de fondos que generó esta narrativa de beneficio mutuo. Hace apenas cinco años, el término inversión ESG todavía era bastante nuevo. Ahora, según la Global Sustainable Investment Alliance (GSIA), uno de cada tres dólares invertidos a nivel mundial se invierte en activos ESG. En los últimos dos años, las aportaciones a los fondos ESG han sido casi el doble de las del resto de acciones.

El tamaño desconocido del mercado es una señal de advertencia

No existe una definición común o un marco legal para los activos ESG. Según Financial Times, «ESG es, en muchos sentidos, el sueño de marketing de un banco, precisamente porque está tan vagamente definido».

Sin barreras de seguridad, los administradores de activos pueden construir carteras con la marca ESG de la forma que deseen. 

Los reguladores, particularmente en Europa donde ESG tiene una historia más larga, entienden que esto no puede continuar sin control. En Bruselas, la Unión Europea está trabajando hacia una taxonomía que rija lo que se puede comercializar como un activo sostenible o ESG. 

En Estados Unidos la Comisión de Bolsa y Valores ha creado un grupo de trabajo sobre clima y ESG, y el CFA Institute está redactando un nuevo conjunto de estándares para los gestores de activos. Mientras tanto, el lavado verde en la industria de la gestión de activos continúa sin cesar. 

Las calificaciones y la inversión ESG no están diseñadas para promover el impacto ambiental y social. 

Los informes de sostenibilidad no presentaron desafíos sistémicos. La inversión ESG, como se practica actualmente, tampoco lo hará.

Despertar: existe evidencia de que las finanzas pueden ser una fuente de cambio ambiental positivo

Más allá del juego del ESG, hay buenas noticias. La presión de los inversores y los ciudadanos ha llevado a más de 1.000 empresas a comprometerse con objetivos basados ​​en la ciencia para ofrecer resultados medioambientales para proteger el planeta. Tanto las empresas como los países han acelerado recientemente sus compromisos con los objetivos de cero emisiones netas de carbono. Japón y la UE se han comprometido a convertirse en cero emisiones netas para 2050 y China para 2060. 

Al mismo tiempo, las reducciones drásticas en los precios de la energía renovable y las baterías hacen que sea antieconómico agregar nueva capacidad de combustibles fósiles en la mayor parte del mundo. El apoyo del gobierno a tecnologías como la energía del hidrógeno, la agricultura regenerativa y el reciclaje de plásticos, y una urgencia más ampliamente compartida de abordar la disrupción ambiental, está impulsando el flujo de capital hacia soluciones tecnológicas climáticas como baterías y cemento y acero limpios. Esto está produciendo soluciones emocionantes y transformadoras en campos que incluyen energía renovable, materiales de base biológica y transporte.

Los inversores y los accionistas también están demostrando que las finanzas pueden ser una fuente de impacto social y medioambiental positivo. 

Las tres preguntas que deberían hacerse los inversores ESG

Hasta que estas herramientas se adopten ampliamente, los inversores que busquen un impacto ESG deberían hacer tres preguntas simples a los gestores de activos para determinar la probabilidad de que un fondo esté diseñado para generar resultados ambientales y sociales positivos:

1. ¿Qué porcentaje de su fondo se dedica a soluciones ambientales o sociales?

2. ¿Cómo mide el impacto ambiental y social?

3. ¿Cómo evalúa el desempeño de la gestora de fondos?

Las respuestas a estas preguntas permitirán diferenciar el grano de la paja y distinguir los fondos comercializados por ESG de los fondos comprometidos con ESG.

El sector privado tendrá que ser un socio cada vez más activo y auténtico para abordar los desafíos sociales y ambientales. Sin embargo, los gobiernos y las políticas deben liderar estos desafíos. 

Para hacerlo, se requieren nuevas reglas, incluidos los precios del carbono y el agua que reflejen los costes sociales, mandatos de electricidad limpia, compromisos para retirar los vehículos con motor de combustión interna de las carreteras, impuestos a las corporaciones e individuos que sean justos y exigibles, e incentivos de nuevas soluciones para sectores difíciles de descarbonizar. 

La financiación del Green New Deal de la UE vinculada al progreso medioambiental de cada país es un modelo a imitar, mientras que la reincorporación de Estados Unidos a la comunidad global al asumir compromisos agresivos para electrificar y descarbonizar es una buena noticia. Es así cómo tuvo lugar el estallido de la burbuja ESG.

También lo es la mayor preferencia de los inversores por los activos ESG y los esfuerzos por estandarizar los informes de sostenibilidad y regular la inversión ESG. Dicho esto, no espere que estos cambios aborden adecuadamente los problemas sociales y ambientales. Ese trabajo también debe provenir de la acción ciudadana y de una política gubernamental coordinada más urgente y agresiva para cambiar la mentalidad y las reglas del sistema.

Fuente: Kenneth P. PuckerInstitutional Investor “The trillion dollar fantasy” 

¡Descubre más en el blog de Transcendent!

LA PRUEBA DEL ALGODÓN DEL ESG Y LA SOSTENIBILIDAD

ESG y sostenibilidad

Para romper el hielo en una charla hace un par de semanas preguntaba a una audiencia, mayoritariamente compuesta por directivos de grandes y medianas empresas, cuántos habían oído hablar de ESG antes de 2019. La respuesta fue menos del 30%.  

Angel Pérez Agenjo, socio director de Transcendent

Es innegable el avance de las empresas españolas en su viaje hacia el impacto empresarial en los últimos dos o tres años, pero no es menos cierto que muchas compañías siguen viendo más un ejercicio anual de reporte obligatorio que una oportunidad o una ventaja competitiva para su negocio. 

Se necesita un cuadro de mandos ESG

Una buena prueba del algodón para validar la importancia de los aspectos ESG en una empresa es comprobar si los comités de dirección y los consejos de administración tienen un cuadro de mandos integrado de sostenibilidad o ESG, y saber cuáles son los criterios para su configuración. 

Un buen cuadro de mandos ESG debe partir de un análisis de materialidad riguroso y no puede fijarse únicamente en aspectos de transición energética, ni sólo en aspectos medioambientales, aunque sean los más fáciles de medir. Hoy en día ya tenemos herramientas a nuestra disposición que permiten profundizar en aspectos materiales por sector, por ODS relevantes, con el foco adecuado en aspectos sociales, y por grupos de interés prioritarios.

… para gestionar los objetivos de sostenibilidad

Sólo desde un cuadro de mandos integrado se pueden incorporar objetivos de sostenibilidad para el comité de dirección, monitorizarlos como equipo y poder vincularlos a su retribución variable con coherencia.  Si no es así estamos haciendo un paripé para cubrir el expediente, y con la transparencia actual es tremendamente fácil y rápido distinguir quién se toma esto en serio y quién lo hace más por quedar bien.

Sin un cuadro de mandos es muy complicado tener una gobernanza de la sostenibilidad sólida y rigurosa.  El trabajo de las comisiones de sostenibilidad dependientes de los comités de dirección o de los consejos necesitan una herramienta así para avanzar.

Una de las personas a las que más puede interesar tener un cuadro de mandos ESG integrado en un comité de dirección es al director financiero. La financiación ligada a objetivos de sostenibilidad ya es una realidad y va mucho más allá de los bonos verdes. Los Sustainble Linked Loans avanzan rápidamente y queda poco para que hasta los créditos para el circulante tengan condiciones ventajosas en función de objetivos ESG.

El cuadro de mandos puede ayudar a mitigar las inesperadas calificaciones negativas por parte de las agencias de ratings y benchmarks evitando erosionar no sólo la reputación de la compañía sino también su valoración de mercado y el coste de su financiación.

Construir una cultura de sostenibilidad e impacto empresarial necesita de un cuadro de mandos útil que se vaya actualizando a medida que la empresa avanza y forme parte del core de las decisiones de la compañía.

En aspectos ESG y sostenibilidad un buen cuadro de mandos no engaña. ¡Descubre más en el blog de Transcendent!

¿Usas información no financiera para mejorar tu negocio?

Dinero y sostenibilidad

¿Reporte ESG? Sí, pero también…

Gestiona tus activos ESG para generar impacto y mejorar la rentabilidad de tu empresa. El mero reporte de información ESG ya no es suficiente ni diferenciador. La gestión activa de aspectos materiales de reporte ESG se está convirtiendo hoy en una ventaja competitiva. Referentes mundiales como SASB o GRI ya llevan tiempo trabajando en esta dinámica.

¿Qué es gestión activa del ESG?

La preocupación por una gestión activa de los aspectos ESG, en español ASG (siglas de Ambientales, Sociales y de Gobernanza) cada día está más presente en los Consejos de Administración de las compañías.

Este término, que proviene del mundo de la inversión y que refleja los criterios no financieros que muchos ya utilizan a la hora de valorar sus inversiones potenciales, pone de manifiesto la necesidad que las compañías tienen de incorporar el impacto social y medioambiental en el centro de su actividad para ser rentables en el medio y largo plazo.

¿Por qué realizar reporte ESG?

Muchas empresas están ya buscando formas de gestionar activamente sus aspectos ESG como forma de mejorar su puntuación en los ratings ESG y, por tanto, de facilitar el acceso al capital, adaptarse a la regulación en constante evolución, no perder su cuota de mercado frente a los competidores y aprovechar todas las oportunidades que este tipo de práctica les ofrece.

Transformación competitiva

El 93% de los CEOs* consideran importante la incorporación de la sostenibilidad en el centro de sus empresas y están focalizando sus esfuerzos en esta dirección. Este movimiento está llevando a la trasformación del día a día de sectores enteros y al reposicionamiento de muchas empresas, lo que exige avanzar para no quedarse atrás.

UNCG “CEO Study on Sustainability”, 2019

Nuevas oportunidades

La gestión proactiva de aspectos ESG pueden traducirse en:

  • Oportunidades de innovación con impacto (nuevos modelos de negocio, productos/ servicios, segmentos de cliente).
  • Mayor eficiencia, repensando la forma de hacer operativa su actividad
    (“hacer más con menos”).
  • Disminución de riesgos y mejora del posicionamiento.

Regulación del reporte ESG

La regulación está avanzando a gran velocidad en esta dirección buscando crear mayor trans- parencia y capacidad de comparación en torno a la contribución que las empresas hacen a la sociedad y al medioambiente. Gran parte de esta regulación viene impulsada desde la Unión Europea y tiene un impacto directo en cómo las empresas operan y reportan su desempeño. Ejemplos en esta dirección son:

  • Ley 11/2018 de reporte de Información no Financiera.
  • Pacto Verde de la UE.
  • EU Sustainable Finance Action Plan. Fondos de reestructuración focalizados en sostenibilidad y cohesión.
  • La UE está ultimando su Recomendación acerca de la Directiva de Información No Financiera (NFRD).

Acceso al capital

Alrededor de 30 trillones de dólares, un tercio de los activos gestionados profesionalmente a nivel mundial, ya están sujetos al cumplimiento y seguimiento de criterios ESG.

Sólo entre abril y junio del 2020, los inversores invirtieron más de 70 billones de dólares en Fondos ESG lo que indica el fuerte crecimien- to de este tipo de inversiones. Además, el 75% de los inversores aplican principios ESG a al menos una cuarta parte de su cartera de inversión.

¿Por qué Transcendent puede ayudarte en el reporte ESG?

Transcendent es una consultora especializada en Impacto Empresarial de referencia en España. Disponemos de amplia experiencia en acompañar a todo tipo de compañías en la gestión de los aspectos de reporte ESG, convirtiéndolos en una palanca de mejora de su actividad.

Contacta con nosotros en gestionactivaESG@transcendent.es

La evolución del capitalismo ¿oportunidad o desventaja?

Capitalismo con propósito

La “prueba del algodón” es medir el propósito empresarial, respondiendo a la pregunta de cuánto impacto genera, y no valdrán respuestas abstractas y llenas de intangibles.

El valor del impacto social y medioambiental que generan las empresas nunca ha sido más importante para la humanidad, más visible para la sociedad y más estratégico para la actividad económica de las compañías.

La desgraciada crisis del COVID ha puesto de manifiesto no sólo la fragilidad de nuestro sistema de salud, sino también ha exagerado algo que estaba claro desde hace muchos años sobre nuestro modelo económico: que las desigualdades crecen y que el daño al medioambiente consecuencia de nuestra actuación está cerca de ser irreversible y no podemos mirar hacia otro lado.

Son muchas las voces que claman por una revisión o modificación de algunos principios del capitalismo. Y no vienen de grupos radicales o anti-sistema sino de organizaciones tan reputadas en el entorno corporativo como el Foro Económico Mundial de Davos o los editoriales del Financial Times.

En este sentido Rebecca Henderson, profesora de Harvard y autora del libro recientemente publicado Re-imaginar el Capitalismo, explica que aspira a re-imaginar el capitalismo, o al menos a nuestra versión actual, la que está obsesionada con el corto plazo y que no cree que las empresas deben preocuparse por la salud de nuestra sociedad o de nuestras instituciones. Hacerlo es la mejor manera de garantizar que tanto las empresas como nuestra sociedad prosperen en las próximas décadas.

Si el capitalismo es uno de los grandes inventos de la raza humana, una fuente incomparable de prosperidad, oportunidades e innovación no resolveremos los problemas que tenemos por delante sin él. Para resolver la desigualdad, necesitamos oportunidades de trabajo adaptadas a la nueva realidad que se nos viene encima. Para resolver el cambio climático, necesitamos (entre otras cosas) transformar los sistemas de energía, transporte y agricultura del mundo.

El tiempo dirá si esta esperada evolución del capitalismo va a ocurrir en el corto o en el medio plazo, pero creo que existen motivos para el optimismo, a pesar de los efectos que la crisis del Covid está provocando en nuestra economía.

La medición, clave para evaluar el propósito

La medición de los efectos que generan las empresas en su entorno, positivos o negativos, nunca ha sido más objetiva que hoy. En los próximos meses vamos a ver datos de muchas empresas cuantificados con detalle y que se irán incorporando a una nueva cuenta de resultados que incorpore el “impacto” al actual sistema contable. La actividad del Impact Management Project (IMP) y especialmente de su iniciativa Impact Weighted Accounts son la punta de lanza en esta evolución.

Los informes integrados o los estados de información no financiera de las empresas cada vez son más específicos en sus datos y profundizan en los conceptos materiales de cada compañía a la hora de poner en valor sus avances en responsabilidad y sostenibilidad.

Las administraciones públicas y los reguladores hacen su parte, para algunos con lentitud. Pero iniciativas como el Green Deal de la Unión Europea o las variaciones en las responsabilidades fiduciarias de los consejos de administración en Reino Unido, yendo más allá del valor de la acción y considerando a todos los grupos de interés, o la incorporación de las Benefit Corporation como un nuevo tipo de sociedad en algunos países son claros avances en la dirección que queremos.

La prueba del «algodón»

Este año se puede considerar el del despegue de la inversión con criterios ESG. Y aunque queda bastante por hacer separando el grano de la paja en inversión realmente ESG, el próximo avance que sigue creciendo es la inversión de impacto, también en España.

Es un hecho que el propósito de las empresas “está de moda” y son ya mayoría las compañías que declaran tener un propósito con impacto social o medioambiental. La “prueba del algodón” que todas van a pasar en pocos meses será medir ese propósito respondiendo a la pregunta de cuánto impacto genera su propósito, y no valdrán respuestas abstractas y llenas de intangibles.

En esta corriente de ser más específicos en medir, valorar y comparar el valor añadido de las empresas a la sociedad, faltaba una iniciativa que arrojara luz y detalle a la importancia del crecimiento inclusivo. Y el proyecto liderado por la Fundación Codespa, del que somos colaboradores desde Transcendent, aspira a poner en valor la contribución y el desempeño de las empresas e inspirar mediante sus prácticas empresariales a otras compañías a crear un mundo mejor para todos.

Y todos estos avances pueden y deben compartir el lenguaje común de los ODS que nos dan foco y un horizonte temporal en el que todos tenemos que contribuir antes de que sea demasiado tarde.

Innovación con impacto

Estas evidencias de lo que ya está pasando se plasman en el tipo de proyectos que estamos haciendo en los últimos meses con nuestros clientes.

Estamos trabajando con comités de dirección para dimensionar el tamaño de la oportunidad del impacto social empresarial en su compañía, aterrizándolo en su estrategia e identificando oportunidades de crecimiento y eficiencia con impacto en su cuenta de resultados. Estas oportunidades se traducen, entre otros, en innovación con impacto (nuevos modelos de negocio, productos/ servicios, segmentos de cliente) o, en el caso de la eficiencia, repensando la forma de hacer operativa su actividad (“hacer más con menos”).

Hemos integrado los ODS en el centro de la actividad de una empresa, como marco para la identificación de oportunidades de crecimiento, de eficiencia y de minimización de riesgos a partir de la medición de su grado de consecución y la fijación de objetivos ambiciosos.

Estamos midiendo el efecto generado por una empresa en términos de ESG buscando elevarlo a nivel de impacto estratégico y teniendo en cuenta no sólo inputs sino también outputs, con el objetivo de facilitar la toma de decisiones con impacto en el negocio.

Hemos estructurado la gestión del impacto dentro de la empresa y rediseñando la gobernanza de la misma para incrementar las oportunidades de crecimiento, de eficiencia y de minimización de riesgos en todas sus áreas de negocio y soporte.

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