Medición del Impacto Empresarial como herramienta de gestión

La medición del impacto

Las empresas son actores clave en la sociedad actual. Muchos de los grandes avances del mundo han venido de la mano del sector privado. Michael Porter, en su estudio sobre shared value, muestra muchos ejemplos de cómo las empresas han impulsado el desarrollo social.

El primer programa a gran escala para diagnosticar y tratar el VIH fue implantado por una compañía angloamericana para proteger a sus trabajadores en Sudáfrica, según Mark R. Kramer y Marc W. Pfitzer en su artículo El ecosistema del valor compartido publicado en Harvard Business Review. MasterCard es otro gran ejemplo, al haber conseguido implantar la banca en el móvil facilitando el acceso a servicios financieros a 200 millones de personas en el mundo. Y el caso más reciente que tenemos ha sido la vacuna contra la COVID, que ha sido desarrollada y distribuida gracias, en gran parte, a los esfuerzos de la industria farmacéutica. 

En Transcendent entendemos que las empresas son agentes de cambio y que, aquéllas que consigan posicionarse en la zona entre el valor para el negocio y el valor para la sociedad, son las que conseguirán una ventaja competitiva. 

Ser agente de cambio quiere decir jugar un papel clave en la transformación de la sociedad, impulsando un crecimiento económico, social y medioambiental sostenible. Para ello es imprescindible conocer los impactos que genera la empresa en la sociedad, gestionarlos y medirlos para, como fin último, maximizar los positivos y minimizar los negativos. 

Para poder conocer, gestionar y medir los impactos necesitamos información. La información, las métricas y los datos son la base de toda decisión empresarial. Es impensable que una compañía acometa una inversión sin haber hecho antes un análisis financiero, o que lance un nuevo producto al mercado sin entender las necesidades de los consumidores. 

La mayoría de las empresas conocen, de una manera intuitiva, los impactos que generan en el medioambiente y en la sociedad. No obstante, todavía son muy pocas las que apuestan por cuantificarlos. En cualquier caso, antes de comenzar a explorar la medición de impacto, debemos entender muy bien qué es el impacto empresarial y cómo lo entendemos. 

¿Qué es el impacto empresarial?

El Impacto lo vemos desde una perspectiva de cadena de valor, en la que las compañías tienen una serie de inputs que transforman, a través de actividades, en outputs. Estos outputs son el resultado “tangible” de la actividad empresarial. Por ejemplo, para una empresa de infraestructura que construye carreteras, un ejemplo de input sería la materia prima utilizada para construirla y el output sería la carretera. 

Estos outputs generan “Outcomes” y, más a largo plazo, “Impactos”.  Los outcomes son los cambios específicos que generan los productos o servicios de una empresa en el comportamiento de sus clientes o usuarios, y los impactos, son la atribución de cambios fundamentales, intencionados o no, que ocurren en organizaciones o comunidades a largo plazo.  

Siguiendo con el ejemplo de la empresa de construcción de carreteras, el “outcome” sería facilitar el acceso a la Universidad a jóvenes de una pequeña ciudad, que gracias a la carretera (“output”), pueden llegar más fácilmente a la Universidad. El “impacto” es positivo, y podría ser el incremento en un porcentaje de la tasa de estudiantes con educación superior en el área en el que opera la carretera. 

¿Por qué medir el impacto empresarial?

Cada vez son más stakeholders los que demandan a las empresas tener retornos financieros positivos al mismo tiempo que generar un impacto positivo en la sociedad: 

·       Los inversores favorecen, cada vez más, a empresas comprometidas con la sostenibilidad (inversión ESG, inversión socialmente responsable…). 

·       Los reguladores, entre los que está la Administración española y la Unión Europea, exigen a las empresas publicar los estados de información no financiera. 

·       Los clientes y la sociedad prefieren consumir en empresas con propósito que estén alineadas a sus creencias y valores. 

·       Los empleados prefieren trabajar en empresas socialmente responsables y con respeto por el medioambiente. 

En este contexto, conocer y medir el impacto empresarial es una oportunidad para que las compañías se posicionen, diferencien y pongan el valor el efecto positivo generado en la sociedad de cara a inversores, reguladores, usuarios, accionistas y otros stakeholders. 

La medición del impacto empresarial

Los impactos son difíciles de cuantificar y medir, por eso no existe un consenso global sobre cómo medirlos, evaluarlos y reportarlos. 

Existe una amplia gama de metodologías para medir y gestionar el impacto dependiendo de dónde se busca poner el foco. Destacan entre otras GIIN, BLab, GRI, GSG, la OECD o el WBA. Varias forman parte de Impact Management Project (IMP), organización de la que somos aliados, y también están en el Impact Management Platform de reciente creación.

En Transcendent hemos desarrollado una metodología de medición de impacto basada en el IMP que permite cuantificar los impactos, positivos y negativos, y su posterior seguimiento y monitorización. 

Nuestra experiencia midiendo el impacto de grandes compañías es siempre muy positiva ya que los directivos adquieren información relevante para tomar decisiones con ella. Una tendencia que no para de crecer.   

Parece, por tanto, que la medición de impacto es el camino. Porque cuantificar los impactos permite a las compañías conocer, gestionar y tomar decisiones acordes con el propósito de las empresas, para que éstas puedan ser agente de cambio positivo en la sociedad. ¡Descubre más sobre la medición del impacto en nuestro blog!

Las 23 empresas españolas que lideran el mundo

Empresas españolas del cambio

Lo queramos o no nuestra empresa influye y contribuye de manera positiva (o negativa) a un mundo mejor. Lo queramos o no, nos pueden señalar para formar parte de un club que no hemos elegido estar por la razón justificada o no de que nuestra empresa se considera líder y/o ejemplarizante para las demás por motivos de distinta índole, siguiendo criterios de volumen de facturación o por número de empleados, tal vez por el sector en el que operamos o la comunidad a la que nos dirigimos, por nuestro tipo de producto o base de clientes o tal vez por la importante influencia de nuestra marca… 

Sea como sea, las empresas dejamos nuestra huella en el mundo.  Pero, ¿cuáles son las que dejan una huella para un mundo mejor? Y ¿qué es o cómo definimos un mundo mejor? 

Un mundo mejor lo define Naciones Unidas de forma tal vez simplista, pero acertada sin duda, como aquél en el que el crecimiento económico es sostenible, responsable y respetuoso con el planeta contribuyendo a la mejora de vida de las personas y que no deje a nadie atrás. 

Dicho objetivo está recogido en los de sobra conocidos 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible recogidos en la Agenda 2030 de Naciones Unidas, que vieron la luz en el año 2015. Por aquel entonces quedaban 15 años que se hacían largos para algunos y cortos para muchos, y que hoy a 9 años vista se nos hacen agobiantemente cortos para los grandes retos de la humanidad reflejados cada día en las noticias que nos llegan: desde un niño que muere en las playas de nuestras costas, hombres y mujeres congelados de frío en la frontera de Polonia y Bielorusia, mujeres sin derecho a trabajar, niñas que no pueden ir al colegio o padres con su hijo a hombros cruzando ríos donde se juegan la vida con la esperanza de un futuro mejor… 

Sólo las empresas pueden liderar el cambio 

De golpe y porrazo, y agravado por la pandemia del coronavirus, las encuestas demuestran que las empresas se perciben como los líderes del cambio y, por tanto, como la esperanza para lograr dichos objetivos.  

Ni gobiernos ni ONGs tienen los recursos para invertir los 90.000 millones de euros que se necesitan para alcanzarlos. Y seamos sinceros no son éstos los que generan el mayor impacto sobre las personas y el planeta. Son las empresas. 

Del mismo golpe y porrazo que llegó el Covid, en el año 2018 se crea el WBA, una entidad sin animo de lucro inspirada en los valores de Naciones Unidas. Si la esperanza de la sociedad está en las empresas son ellas las que se deberían convertir en el motor del cambio y la transformación que necesitamos. Y había que hacer algo. Si ellas son el motor ¿dónde está el combustible para ponerlo en marcha y que lo impulse para llegar en forma y a tiempo a buen puerto?  

The World Benchmarking Alliance (WBA): The Race to the Top

Este combustible es el WBA. El WBA es una fundación que nace en Holanda (país por excelencia pionero y referente en sostenibilidad e impacto) con el apoyo del gobierno holandés y de 20 entidades globales repartidas por todo el mundo dispuestas y unidas en torno a una misión: impulsar la carrera del sector privado hacia los ODS.  

El ranking de las 2000 empresas que lideran el mundo 

El primer hito no era fácil: elegir a las 2000 empresas más influyentes del mundo capaces de contribuir más a los Objetivos del Milenio. Enviar una carta a sus CEOs informando de que iban a formar parte de un Ranking Mundial que el mundo entero, consumidores, inversores, gobiernos, ciudadanos de a pie, conocería los resultados a través de una gran campaña en los medios y redes sociales a nivel mundial y pedir su colaboración en el proceso.  

El segundo hito, resultado de un estudio profundo y riguroso fue identificar los 7 índices o benchmarks, que responden a los 7 elementos transformadores que necesita nuestro sistema para ser responsable y sostenible. La transformación social (derechos humanos y Genero) que afecta a las 2000 empresas, y otros seis elementos o transformaciones donde las empresas podrán ser valoradas en 1 o varios, según la materialidad del impacto que genera su negocio. Estos son: naturaleza y biodiversidad; urbano o ciudades inteligentes; agricultura y nutrición; energía y descarbonización; inclusión digital y financiero. 

Quedaba un tercer hito, que no por ser el último iba a ser más fácil. Generar una hoja de ruta que marcase el camino ofreciendo herramientas y apoyo a las empresas para pasar a la acción. ¿El viaje? transformando y ajustando su modelo de negocio para ser generador de valor económico, social y medioambiental medible y gestionable que contribuya a uno o varios objetivos de desarrollo.  En definitiva, contribuyendo con soluciones innovadoras para que la generación de bienes y servicios de las empresas tuvieran un sentido más profundo que el mero hecho de producirlos, venderlos y consumirlos. 

Benchmarking for a Better World

Ser una empresa del WBA no se elige 

A esas 2000 empresas nadie las preguntó si querían formar parte de este ranking. Por eso, para motivarlas a que colaborasen y se involucraran, el WBA puso a su disposición sus metodologías, herramientas y hojas de ruta para lograr dos objetivos: la Agenda 2030 y una economía neutra en carbono. ¿El incentivo? liderar las primeras posiciones del Ranking Mundial y ser percibidas como la mejor empresa para un mundo mejor. 

Las 23 empresas españolas que lideran el mundo 

Pues bien, de esas 2000 empresas, 23 son españolas. De sobra conocidos por todos, el listado lo conforman Acciona, ACS, CaixaBank, Telefónica, Banco Santander, BBVA, El Corte Inglés, Mercadona, Inditex, Cepsa, Iberdrola, Nueva Pescanova, Indra, Naturgy, Ebro Foods, FCC, Ferrovial, Grupo Logística, Meliá, Renfe, Repsol, Siemens Gamesa y Urbaser.   

Las 23 empresas que lideran el mundo
Las 23 empresas españolas en el ranking del WBA

Y de golpe y porrazo, estas 23 empresas españolas de diferente tamaño, sector y capitalización bursátil…. forman parte de ese club de compañías que lideran el mundo.  Y lideran el mundo porque el WBA, constituido hoy como una alianza de más de 250 entidades a nivel mundial, las ha señalado como las más influyentes, no para decirles lo que tienen que hacer, sino para acompañarlas en el camino, ofreciendo luz y siendo guía en el apasionante viaje que supone lograr y contribuir de manera decisiva a los Objetivos del Milenio creando un mundo que no deje a nadie atrás. 

2023: Fecha de Publicación del primer Ranking Mundial 

La publicación de los índices y el esfuerzo de transformación de las 2000 empresas se harán públicas en el segundo semestre de 2023. Sólo nos quedan meses. Gobiernos, proveedores, inversores, empleados, consumidores y el ciudadano de a pie tendrá la posibilidad de conocer el Ranking Mundial de las empresas más sostenibles y comprometidas con el bien común.  

Para dar a conocer el proyecto del WBA, el Impact Forum -evento de referencia de impacto en España liderado por la Fundación Ship2B – organizó una sesión donde junto con Victoria Márquez-Mees, miembro destacado del patronato del WBA, desvelamos la oportunidad que el WBA supone para las 23 empresas españolas elegidas en el Ranking. 

Nuestro deseo desde Transcendent es que las empresas españolas lideren las primeras posiciones del Ranking. Algunas compañías como Telefónica han logrado estar en la primera posición del ranking en Inclusión Digital. Como aliados y socios del WBA queremos que las 23 empresas españolas lideren el Ranking del WBA, demostrando así su compromiso con la sostenibilidad y los ODS y que muchas otras empresas, al ver su ejemplo, esfuerzo y éxito, sigan su legado. 

Lo queramos o no nuestra empresa influye y contribuye de manera positiva a un mundo mejor…  éste es nuestro propósito y nuestra razón de ser en Transcendent. Ayudar a las empresas a transcender y dejar su huella en la sociedad a la que sirven y ¿por qué no? Liderar el Ranking Mundial de las empresas mas comprometidas con las personas y el planeta. 

Los retos pendientes tras la Cumbre del Clima

La Cumbre del Clima

Aunque se esperaba más de esta cumbre del clima, como ha dicho Melissa Fleming, Sub-Secretaria General de Comunicación para las Naciones Unidas, “todavía hay esperanza”. 

El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) señala que, a menos que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan de manera inmediata, rápida y a gran escala, limitar el calentamiento a 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales como fijado en el Acuerdo de París hace seis años, será un objetivo inalcanzable. Eso es lo que se buscaba conseguir en esta cumbre y a pesar de la tibieza o la falta total de compromiso por parte de algunos Estados se han logrado avances. 

Acuerdos adoptados en la Cumbre del Clima

La Cumbre del Clima en Glasgow ha traído consigo algunos acuerdos que son un reflejo de la creciente toma de conciencia de la necesidad urgente de dar un paso adelante para evitar el desastre medioambiental.

Estos son algunos de los compromisos a los que se han llegado a la Cumbre del Clima:

  • Acuerdo bilateral entre Estados Unidos y China para colaborar en la reducción de emisiones de CO2 y de metano, así como en la lucha contra la desforestación ilegal.
  • Más de 100 países, incluyendo EEUU y los de la Unión Europea, pactan reducir un 30% las emisiones de metano antes de 2030. China se ha negado a secundarlo porque dice tener su propio plan.
  • Acuerdo entre más de 20 países, incluyendo Estados Unidos, Canadá, España e Italia, para acabar con la financiación pública y las subvenciones a los combustibles fósiles antes de finales de 2022. China, Japón y Corea del Sur no lo han firmado.
  • Acuerdo de 110 países para detener la desforestación en 2030.
  • Se crea la Junta de Normas Internacionales de Sostenibilidad, que permitirá a las empresas adoptar criterios armonizados y globales de información en materia medioambiental, social y de gobernanza.
  • Los países que representan el 90% del PIB mundial se han comprometido a la neutralidad de emisiones de carbono en 2050. China pospone el objetivo hasta 2060 e India hasta 2070.
  • Se crea la Alianza Más Allá del Petróleo y el Gas (BOGA, por sus siglas en inglés), que propone la eliminación progresiva de la producción de ambos combustibles, aunque de momento sólo tiene 12 miembros.

El escollo del precio de las emisiones

Sin embargo, estos avances contrastan con la falta de concreción en algunos temas clave. Es el caso, especialmente, de la llamada doble contabilidad en el mercado de carbono. 

Hoy existen en el mundo alrededor de 60 iniciativas distintas para poner precio al CO2. El problema es que sólo cubren en torno a un 20% de las emisiones totales del planeta y además su precio medio es demasiado bajo (unos 3 dólares por tonelada). 

El Fondo Monetario Internacional estimaba recientemente que el precio debería estar alrededor de los 75 dólares por tonelada, que en el mercado regulado europeo está alrededor de los 60 euros y que el gobierno norteamericano estimó el coste social del carbono en alrededor de 50 dólares por tonelada.

La fijación de un precio a las emisiones de CO2 es un eficiente camino para avanzar en la reducción de emisiones porque desincentiva las actividades intensivas en CO2 y fomenta que las empresas se muevan hacia la descarbonización.

Algunas compañías – algo más del 20% de las mayores del mundo – han fijado precios internos del carbono, lo que les permite tenerlo en cuenta para evaluar la idoneidad de sus proyectos y el impacto de las emisiones en sus cuentas. El problema es que las compañías fijan generalmente también un precio excesivamente bajo por tonelada, muy por detrás de su evolución previsible. Esto provoca que la información ofrecida por el precio interno no sea lo suficientemente clara.

Aunque en la Conferencia de las Partes 26 (COP) no se haya hablado mucho de ello, la fijación de un precio global al carbono terminará imponiéndose. Mientras lo hace, sería conveniente que las compañías españolas empezaran a preguntarse qué les pasaría a sus cuentas y a la rentabilidad de sus proyectos si tuvieran que pagar por el carbono. Porque más pronto que tarde lo terminarán haciendo.

En esta línea el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, ha anunciado que más allá de los mecanismos establecidos en el Acuerdo de París, va a crear un Grupo de Expertos para proponer estándares claros de medición y análisis de los compromisos neto cero para cualquier organización que no sea un Estado.

China da un paso adelante

Uno de los hechos más relevantes que han salido de esta cumbre del clima ha sido, sin duda, la firma de la paz climática entre China y Estados Unidos. Los jefes de las delegaciones de ambas naciones presentaron una declaración conjunta en la que se comprometen a trabajar para acelerar durante esta década la lucha contra el cambio climático

Entre los puntos más destacados del pacto al que han llegado ambas potencias está el compromiso del país asiático de presentar durante el próximo año un plan integral de reducción de sus emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero responsable de alrededor del 25% del calentamiento actual.

El acuerdo es relevante porque ambos países acumulan cerca del 40% de las emisiones mundiales: China el 27% y Estados Unidos el 11%. Y sus compromisos para esta década son muy diferentes. EEUU, con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, se ha comprometido a reducir a prácticamente la mitad sus emisiones en 2030. China, sin embargo, de momento sólo mantiene el compromiso de alcanzar su pico de emisiones antes de 2030 y a partir de ese momento reducirlas. 

Irán y Brasil miran para otro lado

En el terreno geopolítico cabe destacar el posicionamiento -o la falta de ello- de algunos países. Es el caso de Brasil, cuyo presidente ha decidido no detener la deforestación de la Amazonia y rechaza el cambio climático desde el punto de vista científico; Irán, que es el sexto emisor del mundo y ni siquiera ha ratificado todavía el Acuerdo de París. O Australia, México y Turquía están también en una zona gris que no le correspondería. 

Balance de la Cumbre del Clima 

En definitiva, la cumbre del clima Glasgow se ha quedado corta en sus ambiciones por revitalizar la lucha contra el cambio climático. En todo caso, tan importante es conseguir acelerar e intensificar las políticas medioambientales como respetar los compromisos ya contraídos por los distintos países. 

Sir David Attenborough, en su discurso ante la COP26 en Glasgow

Según las proyecciones de la organización Climate Action Tracker, si se cumplen todos y cada uno de los objetivos anunciados (los obligatorios y los voluntarios, los de largo plazo y las llamadas contribuciones determinadas a nivel nacional, o NDC en inglés) la subida de la temperatura a finales de siglo podría limitarse a 1,8º centígrados, no lejos del objetivo de 1,5º fijado en el Acuerdo de París. Pero eso es ser, seguramente, demasiado optimista. El camino que queda es largo y difícil, y está por ver que el objetivo finalmente se cumpla.

¡Te contamos más en nuestra sección Stay Curious!

La burbuja ESG

Burbuja ESG naturaleza

Sin duda la inversión sostenible es una palanca clave para impulsar el cambio de paradigma empresarial. No obstante, cada vez es más importante disponer de transparencia para que dichos flujos de inversión vayan destinados verdaderamente a activos sostenibles. En esta línea creemos que la taxonomía europea traerá claridad y permitirá a los inversores focalizar sus esfuerzos en aquellas inversiones que verdaderamente abordan problemas sociales y medioambientales. 

Compartimos con vosotros el artículo escrito por Kenneth P. Tucker donde habla de manera muy gráfica sobre esta burbuja ESG y la importancia de la alineación entre los flujos de inversión, el compromiso de las empresas, junto con la acción ciudadana y una política gubernamental más urgente y agresiva para cambiar la mentalidad y las reglas del sistema.

Artículo «Una fantasía de un trillón de dólares», por Kenneth P. Tucker

El Observatorio de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica en Mauna Loa, Hawai, informó que los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera habían alcanzado las 419 partes por millón, los niveles más altos registrados en más de 4 millones de años.

Ese mismo día, BlackRock, el administrador de activos más grande del mundo, anunció otro hito: había recaudado 1.250 millones de dólares para su fondo de inversión para la transición de carbono de Estados Unidos. El fondo negociado en Bolsa más grande de la historia. El fondo es un reflejo de lo que el CEO de BlackRock, Larry Fink, comunica a sus clientes: “no vemos a la empresa a como un observador pasivo» cuando se trata de combatir el cambio climático.

Ver al gestor de activos más grande del mundo actuar como un agente social y ambiental debería ser motivo de optimismo. En cambio, representa una especie de juego de Kabuki en cinco actos, según Kenneth P. Pucker.

Acto I: Las empresas se dan cuenta de su responsabilidad de abordar los crecientes desafíos sociales y ambientales.

Acto II: La clase académica empieza a investigar sobre el tema.

Acto III: Las agencias de calificación, los consultores y otras instituciones financieras se apresuran a crear productos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG), destacando la oportunidad que supone para que las empresas y los inversores obtengan un desempeño financiero superior y un impacto social y ambiental. Un círculo en el que todos ganan.

Acto IV: Los inversores reconocen lentamente que la inversión ESG, como se practica actualmente, probablemente no conducirá a un rendimiento financiero mayor y, en su mayoría, no se preocupa por el impacto planeta.

Acto V: Despertar a las oportunidades y los límites de la inversión para abordar los crecientes desafíos sociales y ambientales.

¿Dónde estamos ahora mismo? Nos encontramos en el intermedio después del tercer acto. A medida que la inversión ESG se ha acelerado, el planeta ha experimentado las dos décadas más cálidas registradas, la Antártida se ha derretido, la desigualdad de ingresos en Estados Unidos se ha disparado y las especies han estado desapareciendo a un ritmo nunca antes visto durante milenios. El Dow Jones Industrial está alcanzando nuevos máximos y los gestores de activos están cobrando altas comisiones para supervisar una nueva categoría de inversión cada vez más popular: la inversión ESG.

Esto es lo que está mal. Los inversores finalmente se están tomando en serio la inversión ESG. Pero, como se practica actualmente, la mayoría de las inversiones ESG tienen poco o ningún impacto social o ambiental.

Las empresas despiertan

Timberland, una empresa de calzado y ropa que por entonces valía miles de millones de dólares estaba a la vanguardia de una cohorte de empresas comprometidas con la sociedad y el medio ambiente. La compañía amplió uno de los primeros informes de responsabilidad social corporativa (RSC) en 2002, pagó a los empleados por 40 horas de servicio comunitario e instaló energía renovable en su centro de distribución y sede corporativa. Timberland creía que las empresas tenían un papel que desempeñar para abordar los crecientes desafíos sociales y ambientales.

A pesar de los esfuerzos incipientes de Timberland, en ese momento la corriente predominante en los negocios, en el mundo académico y en Wall Street era que la Responsabilidad Social Empresarial era, en el mejor de los casos, una distracción. 

Sin inmutarse, los primeros practicantes de la Sostenibilidad Empresarial recibieron el apoyo de un creciente grupo de ONG y consultores deseosos de ayudar a las empresas a definir e informar sobre su impacto social y ambiental.

En 1997, se formó la Global Reporting Initiative (GRI) con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente para crear el primer marco integral de informes de sostenibilidad. “A principios de la década de 2000, existía la creencia de que la divulgación de la sostenibilidad era el ingrediente que faltaba”, dice Ralph Thurm, ex director de operaciones de GRI. «Los datos permitirían a los consumidores e inversores presionar a las empresas para que se volvieran más sostenibles, brindando beneficios a las personas y al planeta».

Con el tiempo, la visión de Wall Street de lo social y medioambiental pasó de la enemistad a la indiferencia. 

Arrancan las investigaciones 

Un estudio de 2012 comenzó a cambiar el sentimiento de los inversores. Este estudio colaborativo entre académicos de las escuelas de negocios de Harvard y Londres examinó 90 empresas «gemelas», cada una en la misma industria (por ejemplo, Walmart y Kmart Corp.), una clasificada como «alta sostenibilidad» y la otra como «baja sostenibilidad». 

Durante los primeros seis años, los movimientos del precio de las acciones de las empresas de alta y baja sostenibilidad fueron casi idénticos. Sin embargo, cuando se comparan durante un período de 18 años, los autores descubrieron que las empresas de alta sostenibilidad superaron a las de baja sostenibilidad en un promedio de 480 puntos básicos.

Cómo la investigación fomentó un bombardeo de marketing

Armado con estos estudios, el motor de ventas de Wall Street se puso en marcha. Goldman Sachs y BlackRock realizaron adquisiciones y nuevas contrataciones para respaldar el lanzamiento de nuevos productos de inversión ESG, y la investigación de Morgan Stanley y otras empresas «ayudó a disipar las preocupaciones de que los inversores tienen que sacrificar los rendimientos para hacer el bien», como escribió The Wall Street Journal en 2016. Las empresas de inversión pasaron colectivamente de negar la sostenibilidad a convertirse en feroces defensores de ella.

Es difícil exagerar el cambio en los flujos de fondos que generó esta narrativa de beneficio mutuo. Hace apenas cinco años, el término inversión ESG todavía era bastante nuevo. Ahora, según la Global Sustainable Investment Alliance (GSIA), uno de cada tres dólares invertidos a nivel mundial se invierte en activos ESG. En los últimos dos años, las aportaciones a los fondos ESG han sido casi el doble de las del resto de acciones.

El tamaño desconocido del mercado es una señal de advertencia

No existe una definición común o un marco legal para los activos ESG. Según Financial Times, «ESG es, en muchos sentidos, el sueño de marketing de un banco, precisamente porque está tan vagamente definido».

Sin barreras de seguridad, los administradores de activos pueden construir carteras con la marca ESG de la forma que deseen. 

Los reguladores, particularmente en Europa donde ESG tiene una historia más larga, entienden que esto no puede continuar sin control. En Bruselas, la Unión Europea está trabajando hacia una taxonomía que rija lo que se puede comercializar como un activo sostenible o ESG. 

En Estados Unidos la Comisión de Bolsa y Valores ha creado un grupo de trabajo sobre clima y ESG, y el CFA Institute está redactando un nuevo conjunto de estándares para los gestores de activos. Mientras tanto, el lavado verde en la industria de la gestión de activos continúa sin cesar. 

Las calificaciones y la inversión ESG no están diseñadas para promover el impacto ambiental y social. 

Los informes de sostenibilidad no presentaron desafíos sistémicos. La inversión ESG, como se practica actualmente, tampoco lo hará.

Despertar: existe evidencia de que las finanzas pueden ser una fuente de cambio ambiental positivo

Más allá del juego del ESG, hay buenas noticias. La presión de los inversores y los ciudadanos ha llevado a más de 1.000 empresas a comprometerse con objetivos basados ​​en la ciencia para ofrecer resultados medioambientales para proteger el planeta. Tanto las empresas como los países han acelerado recientemente sus compromisos con los objetivos de cero emisiones netas de carbono. Japón y la UE se han comprometido a convertirse en cero emisiones netas para 2050 y China para 2060. 

Al mismo tiempo, las reducciones drásticas en los precios de la energía renovable y las baterías hacen que sea antieconómico agregar nueva capacidad de combustibles fósiles en la mayor parte del mundo. El apoyo del gobierno a tecnologías como la energía del hidrógeno, la agricultura regenerativa y el reciclaje de plásticos, y una urgencia más ampliamente compartida de abordar la disrupción ambiental, está impulsando el flujo de capital hacia soluciones tecnológicas climáticas como baterías y cemento y acero limpios. Esto está produciendo soluciones emocionantes y transformadoras en campos que incluyen energía renovable, materiales de base biológica y transporte.

Los inversores y los accionistas también están demostrando que las finanzas pueden ser una fuente de impacto social y medioambiental positivo. 

Las tres preguntas que deberían hacerse los inversores ESG

Hasta que estas herramientas se adopten ampliamente, los inversores que busquen un impacto ESG deberían hacer tres preguntas simples a los gestores de activos para determinar la probabilidad de que un fondo esté diseñado para generar resultados ambientales y sociales positivos:

1. ¿Qué porcentaje de su fondo se dedica a soluciones ambientales o sociales?

2. ¿Cómo mide el impacto ambiental y social?

3. ¿Cómo evalúa el desempeño de la gestora de fondos?

Las respuestas a estas preguntas permitirán diferenciar el grano de la paja y distinguir los fondos comercializados por ESG de los fondos comprometidos con ESG.

El sector privado tendrá que ser un socio cada vez más activo y auténtico para abordar los desafíos sociales y ambientales. Sin embargo, los gobiernos y las políticas deben liderar estos desafíos. 

Para hacerlo, se requieren nuevas reglas, incluidos los precios del carbono y el agua que reflejen los costes sociales, mandatos de electricidad limpia, compromisos para retirar los vehículos con motor de combustión interna de las carreteras, impuestos a las corporaciones e individuos que sean justos y exigibles, e incentivos de nuevas soluciones para sectores difíciles de descarbonizar. 

La financiación del Green New Deal de la UE vinculada al progreso medioambiental de cada país es un modelo a imitar, mientras que la reincorporación de Estados Unidos a la comunidad global al asumir compromisos agresivos para electrificar y descarbonizar es una buena noticia. Es así cómo tuvo lugar el estallido de la burbuja ESG.

También lo es la mayor preferencia de los inversores por los activos ESG y los esfuerzos por estandarizar los informes de sostenibilidad y regular la inversión ESG. Dicho esto, no espere que estos cambios aborden adecuadamente los problemas sociales y ambientales. Ese trabajo también debe provenir de la acción ciudadana y de una política gubernamental coordinada más urgente y agresiva para cambiar la mentalidad y las reglas del sistema.

Fuente: Kenneth P. PuckerInstitutional Investor “The trillion dollar fantasy” 

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El XXIV Congreso Nacional de Empresa Familiar gira en torno a la Sostenibilidad

Su Majestad el Rey congreso empresa familiar

La Empresa Familiar comienza su XXIV Congreso Nacional en Pamplona con una declaración en la que reafirma su compromiso con la sostenibilidad económica, social y medioambiental.

El XXIV Congreso Nacional de Empresa Familiar, inaugurado por el Rey de España, Felipe VI, se celebra en Pamplona los días 24, 25 y 26 de octubre. El encuentro de este año girará en torno a la Sostenibilidad en las empresas familiares y al reto de la incorporación del propósito y de la transformación hacia el nuevo capitalismo de impacto de este tipo de empresas.

El encuentro, que recupera su formato presencial tradicional tras la edición online del pasado año, es una cita organizada por el Instituto de la Empresa Familiar (IEF) a la que está previsto que acudan más de 500 empresarios de empresas familiares de toda España.

El congreso, convertido en uno de los foros empresariales más importantes de España, contará también con personalidades políticas como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuya presencia final todavía está pendiente de confirmación, y el líder de la oposición y presidente del Partido Popular, Pablo Casado.

A lo largo de los tres días se celebrarán numerosos actos, con mesas redondas, presentaciones magistrales y entrevistas con representantes de la empresa de toda España. 

La mesa redonda sobre «La revolución del impacto» contará con la intervención por videoconferencia de Sir Ronald Cohen, referente internacional de la economía de impacto, y de modo presencial abordarán este tema María Herrero, socia de Transcendent, Ainhoa Grandes, presidenta de la Fundación Ship2B; Teresa Guardans, co-fundadora de Oryx Impact, y Alejandra Mitjans, directora de Ashoka España.

Al encuentro también acudirá Paul Polman, ex CEO de Unilever, presidente de Imagine, y uno de los grandes referentes de la economía de impacto en el mundo.

Para ver la agenda del evento pinche aquí.

El XXIV Congreso Nacional de Empresa Familiar gira en torno a la Sostenibilidad

Su Majestad el Rey congreso empresa familiar

La Empresa Familiar comienza su XXIV Congreso Nacional en Pamplona con una declaración en la que reafirma su compromiso con la sostenibilidad económica, social y medioambiental.

El XXIV Congreso Nacional de Empresa Familiar, inaugurado por el Rey de España, Felipe VI, se celebra en Pamplona los días 24, 25 y 26 de octubre. El encuentro de este año girará en torno a la Sostenibilidad en las empresas familiares y al reto de la incorporación del propósito y de la transformación hacia el nuevo capitalismo de impacto de este tipo de empresas.

El encuentro, que recupera su formato presencial tradicional tras la edición online del pasado año, es una cita organizada por el Instituto de la Empresa Familiar (IEF) a la que está previsto que acudan más de 500 empresarios de empresas familiares de toda España.

El congreso, convertido en uno de los foros empresariales más importantes de España, contará también con personalidades políticas como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuya presencia final todavía está pendiente de confirmación, y el líder de la oposición y presidente del Partido Popular, Pablo Casado.

A lo largo de los tres días se celebrarán numerosos actos, con mesas redondas, presentaciones magistrales y entrevistas con representantes de la empresa de toda España. 

La mesa redonda sobre «La revolución del impacto» contará con la intervención por videoconferencia de Sir Ronald Cohen, referente internacional de la economía de impacto, y de modo presencial abordarán este tema María Herrero, socia de Transcendent, Ainhoa Grandes, presidenta de la Fundación Ship2B; Teresa Guardans, co-fundadora de Oryx Impact, y Alejandra Mitjans, directora de Ashoka España.

Al encuentro también acudirá Paul Polman, ex CEO de Unilever, presidente de Imagine, y uno de los grandes referentes de la economía de impacto en el mundo.

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CÓMO ACTIVAR LA SOSTENIBILIDAD EMPRESARIAL

Carretera verde bosque

La sostenibilidad empresarial es un enfoque integral que busca maximizar el impacto positivo de una empresa en la sociedad y en el medio ambiente, mientras se mantiene una rentabilidad económica sostenible. Es un concepto clave para el desarrollo sostenible y se aplica a todas las empresas, independientemente de su tamaño o sector.

Cada vez más las empresas son conscientes de que tienen que cambiar algo, transformarse y adaptarse para seguir avanzando hacia un mundo más sostenible. La consultoría de sostenibilidad hace que esto sea posible.

El 83% de los jóvenes españoles asegura que elige marcas con propósito frente al 39% de los mayores de 65 años. Algo está cambiando. A las empresas ya no sólo se las exige que no contaminen. El mercado va mucho más allá. Los consumidores compran productos y servicios socialmente responsables. 

Es por eso por lo que empresas como Danone están tratando de cambiar su modelo de producción a un estilo más saludable, sostenible e inclusivo a través de diferentes iniciativas y proyectos.

En concreto, Danone lleva tiempo trabajando su propósito: liderar una revolución de la alimentación para asegurar la sostenibilidad del sistema alimentario y garantizar una dieta saludable a una población creciente, al tiempo que se protegen los recursos naturales.

Para conseguirlo está apostando por una transformación real de los hábitos alimentarios que reduzca el desperdicio y promueva un sistema de producción local y de temporada. Al mismo tiempo, pone en valor el empoderamiento hacia las nuevas generaciones para convertirlas en agentes del cambio. En coherencia con el movimiento BCorp del que la compañía forma parte.

Referentes a los que mirar hay muchos. Ecoalf, Auara, Unilever, Ben & Jerry, Central Lechera Asturiana… la lista es muy larga. Y cada vez más. El movimiento BCorp no para de crecer. En España ya somos casi 50 las empresas con esta certificación, que valora mediante un riguroso proceso de verificación cuáles son las mejores empresas “para” el mundo.  

El «para qué» de tu empresa es la clave

Pero, ¿cómo puedo incorporar la sostenibilidad a mi empresa?, ¿cómo transformar mi negocio para que genere impacto positivo? Una consultoría de sostenibilidad puede ser la respuesta a estas cuestiones.

La clave está en definir y activar tu propósito. Para qué necesita alguien una empresa como la tuya. Ese “para qué” es la clave de la transformación que cualquier empresa debería abordar, si no lo ha hecho ya, de cara a llevar la sostenibilidad a otro nivel.

La activación del propósito en una empresa puede ayudarte a:

  1. Mejorar la reputación y la legitimidad para operar
  2. Atraer, retener y motivar el talento
  3. Fidelizar a los clientes
  4. Aumentar el interés de los inversores
  5. Fomentar la innovación

¿Necesito una consultoría de sostenibilidad?

Una consultora de sostenibilidad puede marcar la diferencia porque ayuda a definir y activar el propósito, a gestionar los activos ESG y porque mediante un cuadro de mandos permite identificar, medir y mejorar los resultados de tu empresa y el impacto social, medioambiental y de gobernanza.

Todo ello permite mejorar tu posición respecto a la competencia. Por ejemplo, según el Primer Barómetro sobre Propósito Empresarial en España, elaborado por APD y Transcendent, para 9 de cada 10 ejecutivos encuestados el propósito aporta valor y contribuye a mejorar la rentabilidad de la empresa. Además, es una palanca para atraer talento en todos los niveles de la organización. De hecho, 3 de cada 4 encuestados se cambiaría de trabajo a una empresa con propósito, y 1 de 4 cuatro estaría dispuesto a cambiarse de trabajo, incluso asumiendo una reducción salarial. 

Sabemos que las empresas con propósito doblan su valor de mercado cuatro veces más rápido que las demás y además registran un rendimiento del capital mayor del 5,9%.

También se financian mejor en los mercados, mejoran su reputación, reducen sus riesgos de vulnerabilidad ante posibles crisis, atraen y retienen el talento y mejoran sus resultados.

Pero ¿cómo se lleva la sostenibilidad a la empresa?

Las empresas abordan la sostenibilidad desde diferentes puntos de vista:

  • Incorporando los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) a su negocio, lo que implica comprender las oportunidades y las responsabilidades que individual y colectivamente representan para la empresa.
  • Priorizando los ODS más importantes. Para saber cuáles de ellos conllevan realmente un impacto positivo, la organización deberá analizarlos para definir las áreas de actuación prioritarias.
  • Estableciendo objetivos propios vinculados a dichos ODS, lo que significa transformarlos en objetivos empresariales e integrarlos en la estrategia de la empresa. En este punto, la implicación de la alta dirección es clave para que se acabe implementando como parte estratégica del desarrollo de la compañía.
  • Integrando la sostenibilidad en el negocio y la gobernanza de la compañía.
  • Informando y comunicando al resto de la compañía, lo que facilitará el trabajo de divulgación de la información corporativa, el acceso a dicha información por las partes interesadas y el conocimiento general sobre el conjunto de prioridades compartidas.

Un proceso que requiere compromiso, involucración del comité de dirección y comunicación a los empleados, pero que una vez implementado aporta valor a la empresa, a los que trabajan en ella, a la sociedad en general y al planeta. Un camino que, según los expertos, no tiene vuelta atrás. ¡Descubre más sobre cómo puede ayudar a cumplir el propósito de tu empresa una consultora de sostenibilidad!

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